"El cordero al matadero
Situada contra el telón de fondo del vívidamente descrito boxeo profesional, esta novela de Pete Delohery, curtida aunque magníficamente llena de garra, se centra en tres hombres cuyas vidas se encuentran en una encrucijada.
Mike McGann tiene 32 años, ya está viejo para ser boxeador y le ha prometido demasiadas veces a su esposa, Madge, que, definitivamente, este es su último combate. Por eso, cuando ella se entera de que planea pelear contra Rufus Hilliard, apodado “Huracán” por la fuerza de sus puñetazos, Madge se marcha.
El boxeo fue para Rufus el modo de huir de los barrios bajos de Brooklyn; aunque su corrupto representante lo hace actuar como un matón amenazador frente a los medios, él es mucho más inteligente; sospecha que le han tendido una trampa para que pierda la pelea contra McGann. Está en lo cierto: un repugnante mafioso conocido como “El Gordo” está presionando al ayudante del preparador, Charlie O’Conell, un apostador y alcohólico empedernido, para que adultere el agua de Rufus y este quede incapacitado.
¿Lo hará Charlie? ¿Qué ganará en el cuadrilátero: la experiencia de Mike o la fuerza bruta de Rufus?
Las respuestas no son tan importantes como los retratos conmovedores que crea Delohery de tres hombres, todos lastimados por un mundo cruel, quienes huyen de sus demonios personales hacia la única redención imperfecta que tienen a su alcance: la victoria en una pelea. El autor hace un trabajo excelente al describir los pros y los contras del boxeo, al confrontar la estremecedora declaración de un médico acerca del porcentaje de luchadores que sufren de daño cerebral mensurable (muy elevado) con la elocuencia simple de un luchador joven que dice: “El buen doctor nunca conoció… la pesadilla de la pobreza… y ruego que nunca tenga que conocer lo que significa no tener un lugar donde estar parado, ser… menos que un hombre”. (Algunos de los puntos suspensivos del autor se han eliminado en la oración anterior; a los comentarios los pronuncia un intérprete que titubea mientras traduce la declaración del luchador).
El final es tremendamente repentino y la venganza de Charlie al Gordo es tan desagradable como inverosímil, pero esta historia sincera provoca un fuerte impacto emocional.
También disponible en edición de tapa dura y libro electrónico.
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Situada contra el telón de fondo del vívidamente descrito boxeo profesional, esta novela de Pete Delohery, curtida aunque magníficamente llena de garra, se centra en tres hombres cuyas vidas se encuentran en una encrucijada.
Mike McGann tiene 32 años, ya está viejo para ser boxeador y le ha prometido demasiadas veces a su esposa, Madge, que, definitivamente, este es su último combate. Por eso, cuando ella se entera de que planea pelear contra Rufus Hilliard, apodado “Huracán” por la fuerza de sus puñetazos, Madge se marcha.
El boxeo fue para Rufus el modo de huir de los barrios bajos de Brooklyn; aunque su corrupto representante lo hace actuar como un matón amenazador frente a los medios, él es mucho más inteligente; sospecha que le han tendido una trampa para que pierda la pelea contra McGann. Está en lo cierto: un repugnante mafioso conocido como “El Gordo” está presionando al ayudante del preparador, Charlie O’Conell, un apostador y alcohólico empedernido, para que adultere el agua de Rufus y este quede incapacitado.
¿Lo hará Charlie? ¿Qué ganará en el cuadrilátero: la experiencia de Mike o la fuerza bruta de Rufus?
Las respuestas no son tan importantes como los retratos conmovedores que crea Delohery de tres hombres, todos lastimados por un mundo cruel, quienes huyen de sus demonios personales hacia la única redención imperfecta que tienen a su alcance: la victoria en una pelea. El autor hace un trabajo excelente al describir los pros y los contras del boxeo, al confrontar la estremecedora declaración de un médico acerca del porcentaje de luchadores que sufren de daño cerebral mensurable (muy elevado) con la elocuencia simple de un luchador joven que dice: “El buen doctor nunca conoció… la pesadilla de la pobreza… y ruego que nunca tenga que conocer lo que significa no tener un lugar donde estar parado, ser… menos que un hombre”. (Algunos de los puntos suspensivos del autor se han eliminado en la oración anterior; a los comentarios los pronuncia un intérprete que titubea mientras traduce la declaración del luchador).
El final es tremendamente repentino y la venganza de Charlie al Gordo es tan desagradable como inverosímil, pero esta historia sincera provoca un fuerte impacto emocional.
También disponible en edición de tapa dura y libro electrónico.
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