Desde su publicación clandestina en 1761 esta obra, reeditada ya en 1767, originó una gran polémica, respuestas eruditas o airadas, fue prohibida, condenada a la hoguera y refutada por polemistas católicos como el abbé Bergier. Pero también fue leída con avidez en círculos intelectuales y circuló sobradamente a pesar de las prohibiciones. De hecho, es un de los documentos de referencia de la filosofía materialista, de la vertiente crítica y radical de la Ilustración. Holbach ataca la causa psicológica del mantenimiento de la idea religiosa, el temor y la inseguridad. Para él, es la existencia del mal en la naturaleza lo que ha creado las supersticiones y las ideas religiosas. El mal -el dolor, la muerte, la enfermedad, es decir, el mal como impedimento tangible a la felicidad- existe, pero tiene una función necesaria, porque impulsa a la humanidad a transformarse y a progresar. La religión es un obstáculo para el progreso, porque oculta las verdaderas causas naturales del mal, y mantiene al hombre en un temor continuo de la muerte. Sólo el estudio y la educación permiten al hombre alcanzar el objetivo final que la naturaleza nos propone, la felicidad en este mundo.
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