Sólo al final de una vida sabes cómo y a qué te has adaptado
Estra obra entrelaza dos historias. Por un lado está la fascinante vida del naturalista Charles Darwin, un genio enfermizo que en su tiempo fue tachado de farsante, blasfemo, ignorante y otros muchos defectos por atreverse a argumentar que toda especie, incluyendo la humana, desciende de otra y forma parte de un proceso llamado evolución.
Por otro lado, está la extraña ruta seguida por uno de nuestros contemporáneos, que se considera a sí mismo como #el último darwinista# y abre un blog en donde exhibe seres humanos que, según propone, son mutaciones de nuestra especie, producidas por los aditivos químicos que desde hace décadas contienen nuestros alimentos y por derivaciones imprevistas del #avance tecnológico#. También recopila casos que contradicen supuestas verdades, como el instinto de protección de las crías, el amor filial y, sobre todo, la utilidad social y lavalidez moral de eso que solemos llamar #hacer el bien#.
Así, las vicisitudes de Darwin, su viaje en el famoso barco llamado Beagle, la publicación de su obra El origen de las especies y las consecuencias de su atrevimiento van sucediéndose en paralelo a las complicaciones que empieza a enfrentar nuestro último darwinista: quejas masivas en su blog, acusaciones de pornografía y pederastia, hackeo de su blog y, finalmente, persecución de autoridades que lo consideran fuera de la ley.