Bertha Balestra penetra en las honduras psicológicas y espirituales, de dos personajes manoseados por los intereses de quienes los sucedieron: Benito Juárez y Maximiliano, a través de la voz del objeto de su lucha, el Poder, que asume la presencia de una deidad lúdica. Ellos encarnan la gran brecha entre lo indígena y lo europeo, lo rural y lo urbano, lo religioso y lo laico, lo liberal y lo conservador, todos inherentes al México del siglo XIX.
En El cuervo y el halcón, la autora nos acerca a ese tiempo fundamental para comprender el nuestro donde persisten, aun después del imperio, de la dictadura y la revolución, dos visiones antagónicas de nuestro México.
Como en un juego de espejos, en cada uno de los rivales se materializan los anhelos ocultos del otro. Comparten un mismo tiempo, un mismo espacio; los mismos súbditos o ciudadanos. Y los une una ambición innegable: poseer el Poder.
En El cuervo y el halcón, la autora nos acerca a ese tiempo fundamental para comprender el nuestro donde persisten, aun después del imperio, de la dictadura y la revolución, dos visiones antagónicas de nuestro México.
Como en un juego de espejos, en cada uno de los rivales se materializan los anhelos ocultos del otro. Comparten un mismo tiempo, un mismo espacio; los mismos súbditos o ciudadanos. Y los une una ambición innegable: poseer el Poder.