La educación superior debe tener por meta crear una comunidad de personas que desarrollen el pensamiento crítico, que busquen la verdad más allá de las barreras de clase, género y nacionalidad, que respeten la diversidad y la humanidad de otros. Eso creían Sócrates y Séneca. Eso creían los fundadores del sistema universitario norteamericano, que ofrece, más que carreras específicas, una preparación general para llegar a ser un buen ciudadano. Y eso cree Martha C. Nussbaum, quien aquí establece los tres valores primordiales de lo que entiende por educación liberal: el examen crítico de uno mismo, el ideal del ciudadano del mundo y el desarrollo de la imaginación narrativa. Mediante el análisis de cursos, currículos y prácticas institucionales, El cultivo de la humanidad quiere mostrar hasta qué punto estos valores están presentes en facultades y universidades, tras instaurarse diversas reformas tendentes a la integración de estudios multiculturales y de minorías. Y, ante el temor de algunos al relativismo moral que creen que se expandiría con estas reformas, Nussbaum asegura que estudiar y aprender sobre un tema no tendría por qué corroer nuestro juicio moral sobre él.
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