«De noche, sola, desposo la cama./ Dedo a dedo, ahora es mía.» Anne Sexton escribe estos versos en homenaje a su cama vacía, donde sola goza más que nadie. Betty Dodson da un cursillo avanzado de masturbación a mujeres de cincuenta años que jamás se han mirado la vulva en un espejo. Amarna Miller finge un orgasmo retorciéndose delante de una cámara. Un doctor del siglo XIX receta masajes pélvicos a su paciente, enferma de una profunda histeria. Miles de mujeres embarazadas escriben en el buscador de Google si estimularse el clítoris podría ser peligroso para sus fetos. Y Luna Miguel, con apenas ocho años, descubre un dibujo pornográfico que cambiará su vida para siempre, y que mucho tiempo después la llevará a escribir una historia personal del autoplacer femenino.
Escrito en una intersección entre el periodismo, la divulgación, el género confesional y la ficción, y enunciado con una voz cálida, sosegada e hipnotizante, El dedo constituye una historia íntima de lo que durante demasiado tiempo ha constituido un auténtico tabú cultural: la masturbación de la mujer. O como dice la autora: «no se trata solo de algo sexual; la masturbación es también una meditación sobre el amor en solitario. Una constelación de sensaciones. Un espacio propio en el que refugiarse».
Escrito en una intersección entre el periodismo, la divulgación, el género confesional y la ficción, y enunciado con una voz cálida, sosegada e hipnotizante, El dedo constituye una historia íntima de lo que durante demasiado tiempo ha constituido un auténtico tabú cultural: la masturbación de la mujer. O como dice la autora: «no se trata solo de algo sexual; la masturbación es también una meditación sobre el amor en solitario. Una constelación de sensaciones. Un espacio propio en el que refugiarse».