"El príncipe Sidarta deseaba meditar lejos del mundo, donde no llegase a él ninguna impureza de la vida, donde con profunda abstracción y rígida inmovilidad pudiera su pensamiento penetrar en la esencia de la Creación hasta reconocer si era cierto, como él sospechaba, que para el hombre todo consiste en la ilusión de las formas, y que tras éstas, eternamente, se halla el dolor y el no ser como única verdad... ¿Por qué, pues, las diferencias de castas? ¿Qué motivo había para que un hombre, por su nacimiento y sin cometer culpa alguna, quedase aislado de los demás, siempre fugitivo y perseguido, temiendo más a sus semejantes que a las fieras?"
Este sitio es seguro
Usted está en un sitio seguro, habilitado para SSL. Todas nuestras fuentes son constantemente verificadas.