Este libro recoge catorce relatos nuevos. El lector estará envuelto en una atmósfera que le hará replantear el mundo en que vivimos, y lo confrontará con la verdad que es, de todos modos, inefable. El lector es el invitado ineludible a esta ceremonia para «destramar» el velo que desdibuja la noción de realidad. La clave de lectura es la intuición del que lee, marca inconfundible del autor de esta obra, como si nos quisiera advertir que la mente del lector es un paisaje consciente para la visión y su desciframiento.
«La distopía y el misterio temporal son apenas subcategorías del género narrativo. Rechazo con suspicacia estas etiquetas, hijas del mercadeo de góndolas y académicos, pues todo relato es en sí mismo, y desde épocas remotas, un disloque del tiempo, un recorte del lugar, una metáfora de la realidad —o como quiera que se llame esa noción—, no importa que lo consideremos “realista”. Por lo tanto, es un producto del escaneo de la mente universal, reproferido como artilugio para interpelar los axiomas y dogmas modernos con los que solemos conformarnos. Reclamo, entonces, llamar a estas narraciones con el simple nombre de “ficciones” o, si se prefiere, “cuentos” o, mejor, “visiones”».
«La distopía y el misterio temporal son apenas subcategorías del género narrativo. Rechazo con suspicacia estas etiquetas, hijas del mercadeo de góndolas y académicos, pues todo relato es en sí mismo, y desde épocas remotas, un disloque del tiempo, un recorte del lugar, una metáfora de la realidad —o como quiera que se llame esa noción—, no importa que lo consideremos “realista”. Por lo tanto, es un producto del escaneo de la mente universal, reproferido como artilugio para interpelar los axiomas y dogmas modernos con los que solemos conformarnos. Reclamo, entonces, llamar a estas narraciones con el simple nombre de “ficciones” o, si se prefiere, “cuentos” o, mejor, “visiones”».