"Nunca te fíes de un conejo que habla con una oreja más alta que la otra, eso significa que no dice la verdad”. La frase no es mía. Se la escuché una vez a un detective de la sección de roedores y fue entonces cuando empecé a usar gomina. Me acostumbré a peinarme hacia atrás, para pegarme las orejas a la cabeza. No es que me guste mentir, pero en mi profesión de detective privado tengo que hacerlo a menudo y, si me descubren, me meto en líos. Claro que engañar tiene un gran inconveniente. A veces, estás tan pendiente de disimular tu mentira que no te das cuenta de que los demás también te están engañando. De haberlo sabido antes, me habría evitado muchos problemas aquel verano que me vi envuelto en el misterioso caso de los Fetuchini...
"El detective conejo", una novela de detectives con muchas risas, conejos y aventuras.
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