Tras el éxito alcanzado con la aparición de El mundo perdido, Conan Doyle, al igual que hiciera con su insuperable Sherlock Holmes, no resistió la tentación de "acabar" con el singular protagonista de aquella aventura. Por ello probó fortuna, y podemos afirmar que con acierto, utilizando de nuevo la figura del excéntrico profesor Challenger para enfrentarlo a una nueva serie de peripecias que constituyen las Aventuras del profesor Challenger . En este título se reiterarán de nuevo las características del profesor: su malhumor legendario, su "justificado" desprecio por los periodistas -lo cual no impide paradójicamente sea un periodista el cronista fiel de sus estrafalarias teorías-, su descocado racismo, si vocación de redentor del género humano y su megalomanía carismática. Sin embargo, a pesar de los pesares, el profesor Challenger se convierte en un personaje entrañable, quizás por su obstinado distanciamiento de la vida real tan al modo británico. Junto al profesor aparecen nuevamente sus viejos amigos: el escéptico profesor Summerlee y el abnegado Ted Malone, que contribuyen, como contribuyeron en El mundo perdido, a aderezar la acción sirviendo de corifeos al protagonista, para confirmar tal vez las intenciones que movían a Conan Doyle a escribir este tipo de relatos: "divertir ha sido mi empeño, al hombre ese niño grande, al niño ese hombre pequeño"
Horacio Quinto.
Horacio Quinto.