Para el año 1509 el Gobernador de Borinquén, Juan Ponce de León, escuchó hablar a los indios del Caribe acerca de una isla llamada Bímini, de cuyas tierras brotaba un maravilloso manantial que supuestamente curaba y devolvía la juventud a quienquiera que bebiera de sus aguas. La leyenda relataba que Sequene, un jefe arahuaco de la isla de Cuba, había sido incapaz de resistir la tentación de Bímini y su fuente restauradora. Este reunió a un grupo de aventureros y navegó al norte, para no volver jamás. Unos manuscritos encontrados en una isla de las Antillas, han de revelar lo que realmente aconteció con Sequene y sus seguidores, además de marcar el comienzo de la llamada “¡Conquista del Nuevo Mundo…!”.
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