Reseña de Andrés Pau en el diario Levante:
ALGUIEN TE ESTÁ MIRANDO.
La presente novela es una disección —si prefieren, autopsia— despiadada, distante y muy divertida de eso que se suele denominar condición humana. Nada menos: la envidia, el amor y el desamor, la venganza, el odio, la ternura, el deseo, la frustración... Como diría un moralista, lo mejor y lo peor que podemos ofrecer las personas.
Estamos en el espacio de una urbanización en ciernes […] Una pareja compra un chalet y se dispone a disfrutar de su condición de propietarios que, como todos sabemos, es una de las mayores ambiciones del ser humano. A partir de un flash-back tras el primer capítulo, narrado con una beatífica placidez, similar al escalofriante final de “Terciopelo azul”, los lectores nos situamos en el momento en que empezó todo.
Javier y Berta tienen unos vecinos como mínimo curiosos: de un lado, un matrimonio maduro cuyo hombre es un piratón del negocio inmobiliario que atraviesa por una profunda crisis; su esposa alimenta su obesidad con toneladas de pipas de girasol y litros de ginebra. Del otro, una pareja joven con un niño pequeño que podría ser el germen de una amistad duradera: un escritor endiosado que vive de su mujer, y juega a situarse más allá del bien y del mal, y su esposa, que le detesta.
Sin embargo, nadie es lo que parece; al menos nadie que se someta al microscopio del narrador, un mirón que hace del estilo indirecto libre su instrumento para descuartizar la privacidad de los vecinos. Un narrador que trata a sus personajes con una mezcla de paternalismo amable —muy al principio— y poco a poco los observa desde un desprecio teñido de ese humor negro tan propio de la tradición literaria española. Nadie, decíamos, es lo que parece a ojos de los demás; sin embargo, nosotros, los lectores, conocemos las miserias casi al milímetro […]. Somos, por decirlo de un modo gráfico, dueños de sus actos, puesto que sabemos que casi siempre obran por error, esto es, actuando de forma equivocada y asesinando —sí, hay sangre, y de la buena— a quien no deben o, peor aún, por unas causas erróneas.
Así, la placidez de una urbanización todavía no demasiado urbana, deviene un infierno de dimensiones dantescas para sus habitantes. Nosotros, malvados y morbosos espectadores del desasosiego creciente de las criaturas que pululan por “El dulce aroma de la madreselva”, nos relamemos con gozo ante sus tribulaciones, de tal magnitud que le quitarían el sueño al más pintado […]
Una fábula cruel acerca de la forma de vida —copiada del gran modelo gringo— de nuestras clases más o menos acomodadas y, en relación directamente proporcional, más o menos putrefactas.
Si no temen reírse de las desdichas ajenas, es más, si disfrutan con ello porque los personajes se lo merecen, no deberían dejar pasar esta novela. Palabra.
SOBRE EL AUTOR:
Manuel Merenciano nació en Elche de la Sierra (Albacete) en 1960. Es licenciado en Medicina y Cirugía. Afincado en L’Eliana (Valencia), inició su obra literaria en 2004. Ha sido galardonado en diversos certámenes literarios. Es Premio Nacional del Certamen Los Cuentos de La Granja y ganador del IV Certamen de Poesía y Relato Grupo Búho. Ha resultado finalista en el prestigioso Premio de Libro de Cuentos Manuel Llano, del Gobierno de Cantabria, en dos ediciones consecutivas. Ha venido cultivando sobre todo el cuento y el microrrelato, y recientemente ha efectuado su primera incursión en la novela con "El dulce aroma de la madreselva".
***
Digamos que Merenciano es, de repente, nuestro Cheever (Pilar Alberdi, escritora, en la bitácora “Sobre literatura fantástica”).
***
Manuel Merenciano es mi gran descubrimiento de escritores que se autoeditan en Amazon (Carmen Martínez Gimeno, traductora, editora y escritora, en la bitácora “Sin borrones”).
***
Sus historias son entretenidas, de un terror psicológico sin igual, mezcladas con un humor negro exquisito (Manu Sánchez Vicente, escritor y periodista, en la bitácora "La espada oxidada").
ALGUIEN TE ESTÁ MIRANDO.
La presente novela es una disección —si prefieren, autopsia— despiadada, distante y muy divertida de eso que se suele denominar condición humana. Nada menos: la envidia, el amor y el desamor, la venganza, el odio, la ternura, el deseo, la frustración... Como diría un moralista, lo mejor y lo peor que podemos ofrecer las personas.
Estamos en el espacio de una urbanización en ciernes […] Una pareja compra un chalet y se dispone a disfrutar de su condición de propietarios que, como todos sabemos, es una de las mayores ambiciones del ser humano. A partir de un flash-back tras el primer capítulo, narrado con una beatífica placidez, similar al escalofriante final de “Terciopelo azul”, los lectores nos situamos en el momento en que empezó todo.
Javier y Berta tienen unos vecinos como mínimo curiosos: de un lado, un matrimonio maduro cuyo hombre es un piratón del negocio inmobiliario que atraviesa por una profunda crisis; su esposa alimenta su obesidad con toneladas de pipas de girasol y litros de ginebra. Del otro, una pareja joven con un niño pequeño que podría ser el germen de una amistad duradera: un escritor endiosado que vive de su mujer, y juega a situarse más allá del bien y del mal, y su esposa, que le detesta.
Sin embargo, nadie es lo que parece; al menos nadie que se someta al microscopio del narrador, un mirón que hace del estilo indirecto libre su instrumento para descuartizar la privacidad de los vecinos. Un narrador que trata a sus personajes con una mezcla de paternalismo amable —muy al principio— y poco a poco los observa desde un desprecio teñido de ese humor negro tan propio de la tradición literaria española. Nadie, decíamos, es lo que parece a ojos de los demás; sin embargo, nosotros, los lectores, conocemos las miserias casi al milímetro […]. Somos, por decirlo de un modo gráfico, dueños de sus actos, puesto que sabemos que casi siempre obran por error, esto es, actuando de forma equivocada y asesinando —sí, hay sangre, y de la buena— a quien no deben o, peor aún, por unas causas erróneas.
Así, la placidez de una urbanización todavía no demasiado urbana, deviene un infierno de dimensiones dantescas para sus habitantes. Nosotros, malvados y morbosos espectadores del desasosiego creciente de las criaturas que pululan por “El dulce aroma de la madreselva”, nos relamemos con gozo ante sus tribulaciones, de tal magnitud que le quitarían el sueño al más pintado […]
Una fábula cruel acerca de la forma de vida —copiada del gran modelo gringo— de nuestras clases más o menos acomodadas y, en relación directamente proporcional, más o menos putrefactas.
Si no temen reírse de las desdichas ajenas, es más, si disfrutan con ello porque los personajes se lo merecen, no deberían dejar pasar esta novela. Palabra.
SOBRE EL AUTOR:
Manuel Merenciano nació en Elche de la Sierra (Albacete) en 1960. Es licenciado en Medicina y Cirugía. Afincado en L’Eliana (Valencia), inició su obra literaria en 2004. Ha sido galardonado en diversos certámenes literarios. Es Premio Nacional del Certamen Los Cuentos de La Granja y ganador del IV Certamen de Poesía y Relato Grupo Búho. Ha resultado finalista en el prestigioso Premio de Libro de Cuentos Manuel Llano, del Gobierno de Cantabria, en dos ediciones consecutivas. Ha venido cultivando sobre todo el cuento y el microrrelato, y recientemente ha efectuado su primera incursión en la novela con "El dulce aroma de la madreselva".
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Digamos que Merenciano es, de repente, nuestro Cheever (Pilar Alberdi, escritora, en la bitácora “Sobre literatura fantástica”).
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Manuel Merenciano es mi gran descubrimiento de escritores que se autoeditan en Amazon (Carmen Martínez Gimeno, traductora, editora y escritora, en la bitácora “Sin borrones”).
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Sus historias son entretenidas, de un terror psicológico sin igual, mezcladas con un humor negro exquisito (Manu Sánchez Vicente, escritor y periodista, en la bitácora "La espada oxidada").