El eclipse de Yukio Mishima es un retrato íntimo y personal del autor que revolucionó las letras niponas. Ishihara aborda la compleja personalidad de quien fue su maestro y protector, analizando la persona y el personaje a través de su obra, sus espejismos y su patológico culto al cuerpo.
«La foto que más me gusta es una que le tomaron cerca de Yotsuya-Mitsuke, cuando aún era un funcionario. No tendría más de veinte años y su cara refleja el cansancio de la doble vida que llevaba, la de funcionario y escritor nocturno. Es un Mishima aún sin fama, un solitario que parece preocupado por su vida, que de algún modo ya deja traslucir su fervor. Esa foto atrapó un instante fugaz de su juventud, una cierta belleza.»
Un testimonio directo que nos devuelve la imagen de un escritor insatisfecho al que vemos subirse al ring en un fallido intento por ser boxeador o durante el rodaje de una película como pésimo actor.
Con la revisión de la figura del malogrado autor, Ishihara ofrece a la vez una panorámica de los círculos literarios del Japón de posguerra, con sus inevitables envidias y rivalidades
SOBRE EL AUTOR
Shintaro Ishihara nace en 1932 en Suma-ku, Kobe, y en 1952 inicia sus estudios en la Universidad Hitotsubashi, donde se gradúa en 1956. Apenas dos meses antes de la graduación, Ishihara gana el Premio Akutagawa con La estación del sol, cuya adaptación al cine supuso el debut de su hermano mayor Yujiro, que se convertiría en uno de los actores más reconocidos de la escena nipona.
En 1968 inicia su carrera política, que culmina como gobernador de Tokio de 1999 a 2012, una labor que desempeñó en medio de muchas polémicas por sus políticas nacionalistas.
EXTRACTO
La mayor fortuna de la que podía gozar la obra literaria de Yukio Mishima en el presente consiste, sin duda, en que al fin ha llegado el momento de que sus obras se lean tal cual, es decir, por sí mismas, ajenas a la poderosa influencia de su autor. Es la lógica del tiempo, una consecuencia inevitable después de los más de veinte años transcurridos desde su muerte.1 Un proceso natural para cualquier otra obra literaria y que en el caso de Mishima se puede considerar afortunado. Dicho sin ambages, su obra al fin se ha liberado de su autor o, más bien, de su alargada y poderosa sombra. Además, el tiempo ha traído nuevos lectores que nada tienen que ver con las circunstancias históricas del autor que las escribió.
«La foto que más me gusta es una que le tomaron cerca de Yotsuya-Mitsuke, cuando aún era un funcionario. No tendría más de veinte años y su cara refleja el cansancio de la doble vida que llevaba, la de funcionario y escritor nocturno. Es un Mishima aún sin fama, un solitario que parece preocupado por su vida, que de algún modo ya deja traslucir su fervor. Esa foto atrapó un instante fugaz de su juventud, una cierta belleza.»
Un testimonio directo que nos devuelve la imagen de un escritor insatisfecho al que vemos subirse al ring en un fallido intento por ser boxeador o durante el rodaje de una película como pésimo actor.
Con la revisión de la figura del malogrado autor, Ishihara ofrece a la vez una panorámica de los círculos literarios del Japón de posguerra, con sus inevitables envidias y rivalidades
SOBRE EL AUTOR
Shintaro Ishihara nace en 1932 en Suma-ku, Kobe, y en 1952 inicia sus estudios en la Universidad Hitotsubashi, donde se gradúa en 1956. Apenas dos meses antes de la graduación, Ishihara gana el Premio Akutagawa con La estación del sol, cuya adaptación al cine supuso el debut de su hermano mayor Yujiro, que se convertiría en uno de los actores más reconocidos de la escena nipona.
En 1968 inicia su carrera política, que culmina como gobernador de Tokio de 1999 a 2012, una labor que desempeñó en medio de muchas polémicas por sus políticas nacionalistas.
EXTRACTO
La mayor fortuna de la que podía gozar la obra literaria de Yukio Mishima en el presente consiste, sin duda, en que al fin ha llegado el momento de que sus obras se lean tal cual, es decir, por sí mismas, ajenas a la poderosa influencia de su autor. Es la lógica del tiempo, una consecuencia inevitable después de los más de veinte años transcurridos desde su muerte.1 Un proceso natural para cualquier otra obra literaria y que en el caso de Mishima se puede considerar afortunado. Dicho sin ambages, su obra al fin se ha liberado de su autor o, más bien, de su alargada y poderosa sombra. Además, el tiempo ha traído nuevos lectores que nada tienen que ver con las circunstancias históricas del autor que las escribió.