Entre los personajes venerados como Padres de la Patria, Manuel Belgrano es el único que nunca ha sido cuestionado. Como creador de la bandera, como símbolo de virtudes cívicas y de renuncia a los honores, ocupa un verdadero lugar de excepción. ¿Cómo explicar esa admiración unánime, cuando al mismo tiempo se admiten y se disculpan sus imperfecciones y sus calamitosas derrotas? ¿Qué hay detrás de ese consenso que desde hace un siglo y medio celebra a un héroe atravesado por innegables luces y sombras? Tulio Halperin Donghi encuentra en estos interrogantes un enigma, y para rastrear las claves que permitan descifrarlo ha escrito un ensayo fascinante.
Leyendo a contrapelo del mito los textos del propio Belgrano, los relatos fundacionales de Bartolomé Mitre y José María Paz, y sobre todo el riquísimo intercambio epistolar entre los miembros de la familia Belgrano, se detiene en los momentos más significativos de la vida del prócer. En el funcionario de la monarquía católica que propone construir chimeneas hogareñas con materiales inaccesibles para la época, o que intenta regular la plaza comercial porteña sin atender a las consecuencias prácticas de sus ideas; en el militar revolucionario que ordena a los soldados del regimiento de Patricios cortarse las trenzas y provoca un motín con desenlace sangriento; en el principista que diseña para las escuelas primarias un estatuto con un detalle excesivo y poco coherente de castigos y penas, descubre a un Belgrano que tiene enormes dificultades para conciliar sus aspiraciones con los datos de una realidad más compleja que la imaginada, un Belgrano que comete errores y los atribuye una y otra vez a la injusticia o la estupidez del mundo.
Tulio Halperin Donghi muestra a un personaje desconocido hasta ahora, dramáticamente tensionado entre las esperanzas depositadas en él, sus propias intenciones y su capacidad para satisfacerlas. Sobre estas oscilaciones construye un relato agudo y atrapante, que expone los resortes más íntimos de la personalidad de Belgrano al tiempo que lo aparta del lugar de héroe indiscutido.