La novela es un “roman á clé” en el que el aspecto físico de los personajes –no el psicológico- está difuminado, porque algunos todavía permanecen en activo.
El protagonista, militante del partido legal Euskadiko Ezkerra, acoge en casa a dos miembros de la organización armada ETA que, de momento, han eludido una acción policial.
Como consecuencia del desatino de los etarras, uno de ellos resulta detenido y el protagonista, al conocer la condición de militantes legales de la organización de otros amigos suyos, para no delatarlos en un posible interrogatorio, acepta escapar a Francia con la condición de volver, cuando sus amigos sean detenidos o escapen.
En el País Vasco francés, el protagonista conocerá la infraestructura, militantes y modos de actuación de la organización. Le propondrán ir al Líbano para realizar un cursillo de explosivos para que a su vuelta sea enviado a España con objeto de realizar atentados.
Al negarse, será enviado a vivir a un piso quemado y con riesgo de atentados por parte del Batallón Vasco Español –especialmente activo en aquellas fechas-.
La primera campaña de bombas en el Mediterráneo y el desastre de la estación de Atocha, con varios muertos, marcarán la vida del protagonista, que verá cada vez más complicada su vuelta. Insistirá en ello.
Él ha cumplido su palabra, pero la organización no entiende de compromisos. En caso de que vuelva lo utilizará como cebo. Porque nunca se sabe cuándo una organización así deja de utilizar a alguien que ya no está dispuesto a continuar en ese mundo de violencia, endogámico y psicótico.
El protagonista, militante del partido legal Euskadiko Ezkerra, acoge en casa a dos miembros de la organización armada ETA que, de momento, han eludido una acción policial.
Como consecuencia del desatino de los etarras, uno de ellos resulta detenido y el protagonista, al conocer la condición de militantes legales de la organización de otros amigos suyos, para no delatarlos en un posible interrogatorio, acepta escapar a Francia con la condición de volver, cuando sus amigos sean detenidos o escapen.
En el País Vasco francés, el protagonista conocerá la infraestructura, militantes y modos de actuación de la organización. Le propondrán ir al Líbano para realizar un cursillo de explosivos para que a su vuelta sea enviado a España con objeto de realizar atentados.
Al negarse, será enviado a vivir a un piso quemado y con riesgo de atentados por parte del Batallón Vasco Español –especialmente activo en aquellas fechas-.
La primera campaña de bombas en el Mediterráneo y el desastre de la estación de Atocha, con varios muertos, marcarán la vida del protagonista, que verá cada vez más complicada su vuelta. Insistirá en ello.
Él ha cumplido su palabra, pero la organización no entiende de compromisos. En caso de que vuelva lo utilizará como cebo. Porque nunca se sabe cuándo una organización así deja de utilizar a alguien que ya no está dispuesto a continuar en ese mundo de violencia, endogámico y psicótico.