La unción en la oración y la alabanza.
“Lo que hemos llamado El Espíritu de Oración consiste en extendernos más allá de esta vida terrenal a la nueva naturaleza dentro de la persona redimida.
Es un anhelar por la vida de Dios, un apartarse de la vida del yo, a fin de recibir más del Espíritu de lo alto; a fin de ser una vida, un amor y un espíritu con Cristo en Dios.
“Ore para que el Espíritu de Dios ilumine sus ojos. Crea en el poder divino que obra en su interior. Ore para que el Espíritu Santo le revele aquello que solo se puede percibir por medio de la sabiduría de Dios, y le enseñe a apropiarse de la promesa de que Dios manifestará su comprensión y su conocimiento en el corazón de usted, a fin de que aprenda a depender del Espíritu de Sabiduría en todo” Andrew Murray, La Obra del Espíritu.
Uncion en la alabanza
“Que hablen de la gloria de tu reino
Que proclamen tus proezas
Para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos,
Y la gloria de la magnificencia de su reino
Tu reino es reino de todos los siglos,
Y tu señorío en todas las generaciones”.
“Sea llena mi boca de Tu alabanza,
De tu gloria todo el día” (Salmo 71:8)
Así como en la oración, la alabanza necesita de la unción del Espíritu Santo para que ésta pueda fluir conforme a la unción divina.
Habito en medio de la alabanza de mi pueblo, dice el Señor en Su palabra.
“Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús (Hechos 1:14).
“Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre: concede ahora buen éxito a tu siervo y dale gracia delante de aquel varón.
Porque yo servía de copero al rey (Nehemías 1:11)
Gozosos en la esperanza, sufridos en la tribulación: constantes en la oración (Romanos 12:12).
“Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación (Filipenses 1:19).
Sopló y les dijo: “Recibid El Espíritu Santo” (Juan 20:22).
Orando en el Espíritu Santo conservaos en el amor de Dios (Judas 20:21)
El orar es un hablar con Dios. Si en nuestra oración el Espíritu Santo es el que nos guía, podemos decir que nuestra oración es divina.
La conversación con Dios es divina. Nosotros hablamos por medio de nuestras palabras y Él lo recibe a través del Espíritu y lo contesta a través de su palabra.
Cuando oramos el Espíritu Santo nos guía y nos hace entrar en la presencia del Señor de manera que podamos fluir conforme a ese Espíritu.
La unción del Espíritu Santo en la alabanza transmite la presencia y la gloria del Señor a su pueblo.
Cuando la presencia del Señor habita en la alabanza, su pueblo alcanza el gozo, y la manifestación y el reino del Señor, y es nutrido por su Santo Espíritu y esto produce la alegría del Señor.
“Lo que hemos llamado El Espíritu de Oración consiste en extendernos más allá de esta vida terrenal a la nueva naturaleza dentro de la persona redimida.
Es un anhelar por la vida de Dios, un apartarse de la vida del yo, a fin de recibir más del Espíritu de lo alto; a fin de ser una vida, un amor y un espíritu con Cristo en Dios.
“Ore para que el Espíritu de Dios ilumine sus ojos. Crea en el poder divino que obra en su interior. Ore para que el Espíritu Santo le revele aquello que solo se puede percibir por medio de la sabiduría de Dios, y le enseñe a apropiarse de la promesa de que Dios manifestará su comprensión y su conocimiento en el corazón de usted, a fin de que aprenda a depender del Espíritu de Sabiduría en todo” Andrew Murray, La Obra del Espíritu.
Uncion en la alabanza
“Que hablen de la gloria de tu reino
Que proclamen tus proezas
Para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos,
Y la gloria de la magnificencia de su reino
Tu reino es reino de todos los siglos,
Y tu señorío en todas las generaciones”.
“Sea llena mi boca de Tu alabanza,
De tu gloria todo el día” (Salmo 71:8)
Así como en la oración, la alabanza necesita de la unción del Espíritu Santo para que ésta pueda fluir conforme a la unción divina.
Habito en medio de la alabanza de mi pueblo, dice el Señor en Su palabra.
“Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús (Hechos 1:14).
“Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre: concede ahora buen éxito a tu siervo y dale gracia delante de aquel varón.
Porque yo servía de copero al rey (Nehemías 1:11)
Gozosos en la esperanza, sufridos en la tribulación: constantes en la oración (Romanos 12:12).
“Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación (Filipenses 1:19).
Sopló y les dijo: “Recibid El Espíritu Santo” (Juan 20:22).
Orando en el Espíritu Santo conservaos en el amor de Dios (Judas 20:21)
El orar es un hablar con Dios. Si en nuestra oración el Espíritu Santo es el que nos guía, podemos decir que nuestra oración es divina.
La conversación con Dios es divina. Nosotros hablamos por medio de nuestras palabras y Él lo recibe a través del Espíritu y lo contesta a través de su palabra.
Cuando oramos el Espíritu Santo nos guía y nos hace entrar en la presencia del Señor de manera que podamos fluir conforme a ese Espíritu.
La unción del Espíritu Santo en la alabanza transmite la presencia y la gloria del Señor a su pueblo.
Cuando la presencia del Señor habita en la alabanza, su pueblo alcanza el gozo, y la manifestación y el reino del Señor, y es nutrido por su Santo Espíritu y esto produce la alegría del Señor.