Observe apaciblemente su entorno. Contacte con la corriente de vida inmersa en el Presente y note en qué momento la estabilidad y continuidad se pierden. Pase de un objeto a otro de su cercanía. Vívalos como si fuese la primera vez. Permítales ser descubiertos existiendo nuevamente tal como los conoció la primera vez. ¿Nota el instante en que pierde la capacidad de estar presente? ¿Qué ocurre en el mismo instante en que lo pierde? Pregúntese qué pasa con el espacio, el tiempo y el “yo” mientras permanece aún en ese momento. Ahora no importa lo que los demás piensan respecto a lo que usted es o debe ser, ni tampoco interesan las ideas de nuestros grandes pensadores. Usted está sólo con usted. Practique y concluya.
Si realmente practica y es honesto con su propia experiencia, notará como en el mismo instante en que aparece un pensamiento su presente se diluye. Además, podrá concluir la absoluta inexistencia de tiempo, espacio y “yo” mientras logra permanecer suficiente tiempo en la viva experiencia del Presente.
Si realmente practica y es honesto con su propia experiencia, notará como en el mismo instante en que aparece un pensamiento su presente se diluye. Además, podrá concluir la absoluta inexistencia de tiempo, espacio y “yo” mientras logra permanecer suficiente tiempo en la viva experiencia del Presente.