Spoksville es un pueblo abandonado por la memoria de la humanidad. Sus habitantes son la personificación de la desidia, la rutina, el olvido y el hastío, pero aun así Spoksville sigue adelante, con sus miserias y su aroma a soledad porque todos los habitantes tienen un frente común: la presencia de un fantasma que condiciona su día a día. Todo cambia cuando el encargado de llevar víveres al pueblo desde fuera descubre que hay un fantasma en Spoksville y renuncia a volver allí. Reunidos, los habitantes del pueblo deciden buscar ayuda externa para encontrar al fantasma, una decisión que traerá funestas consecuencias.
Inspirado en la película de Lars von Trier "Dogville", "El Fantasma" es un relato escrito con un estilo que incide en la soledad y el olvido que embriagan las calles de Spoksville. Los escenarios tipo Dogma de la película (las películas, si incluimos la continuación: "Manderlay") de Lars von Trier dan paso a descripciones que inciden en la falta de una medida humana, en la economía espiritual de quienes lo han perdido todo y en la necesidad de proyectar las frustraciones de cada uno en lo que le es ajeno. Spoksville representa ese pedacito de alma que toda persona posee y donde se esmera en ocultar todas sus miserias. No es una irrealidad, más bien al contrario, es el espacio terrenal en el que habitan nuestros fantasmas, tan temidos como necesarios para el lento avance de las relaciones entre los seres humanos.
Inspirado en la película de Lars von Trier "Dogville", "El Fantasma" es un relato escrito con un estilo que incide en la soledad y el olvido que embriagan las calles de Spoksville. Los escenarios tipo Dogma de la película (las películas, si incluimos la continuación: "Manderlay") de Lars von Trier dan paso a descripciones que inciden en la falta de una medida humana, en la economía espiritual de quienes lo han perdido todo y en la necesidad de proyectar las frustraciones de cada uno en lo que le es ajeno. Spoksville representa ese pedacito de alma que toda persona posee y donde se esmera en ocultar todas sus miserias. No es una irrealidad, más bien al contrario, es el espacio terrenal en el que habitan nuestros fantasmas, tan temidos como necesarios para el lento avance de las relaciones entre los seres humanos.