Hace algunos años escribí una serie de reflexiones e historias que contenían el testimonio de mi vida, lo hice sin pensar en publicarlo, menos aún compartirlo con tantas personas, Sólo lo hacía con mi círculo cercano de amigos y algunos familiares.
Poco a poco esas historias fueron creciendo, no sólo en número sino también en la cantidad de sentimientos personales y empeños creativos que eran capaces de arrancar de mi propio corazón. Entonces un pastor de República Dominicana que puso su confianza, oración y apoyo en mí, me estimulaba a seguir escribiéndolas, alentándome con el hecho de que pudieran servir para ayudar a otros.
Mi vida era un mar de tristeza, mi milagro parecía totalmente imposible, sin comprender que algo extraordinario me estaba sucediendo, y yo pude cambiar mi vida y escribir muchas otras historias.
Entonces un día reuní todas esas historias y las titulé “El Faro de Asaf”, porque me gustan mucho los faros y porque Asaf era un hombre de la Biblia que estaba triste y se sentía desalentado. Ese nombre bíblico del Salmo 73 se me había quedado grabado cuando una noche uno de los jóvenes de mi iglesia vino a visitarme en compañía de otros. Él quería alentarme espiritualmente y usó una ilustración basada en Asaf. Yo visitaba y hacía reportajes de faros de Cuba por pura afición, y como los faros generalmente son asociados a la guía de Jesús para nosotros, así fue que decidí usar esa alegoría.
Cada año, al llegar los terribles y amenazantes huracanes del Caribe, pierdo el sueño y la alegría, temiendo que los fuertes vientos arrancarán los árboles que mi padre plantó hace casi cuarenta años; alguno que otro ya han arrancado, pero todavía quedan algunos y es uno de los mejores recuerdos que tengo de él. Muchas veces estuvimos mi madre y yo orando junto a la puerta, mientras el viento soplaba irresistible fuera. Cuando pienso en algo así, también imagino que nuestra fe puede ser tomada como árboles que se cuidan por otras personas, a la vez que también se plantan otros nuevos, como motivos renovados y buenas acciones e ideales que alimentar, quizás semillas guardadas de esos viejos árboles derribados.
Lo más importante de mi libro es descubrir siempre un nuevo camino para rescatar la fe del medio del dolor que existe en derredor.
Muchas bendiciones para su vida,
Roberto Ornan Roche
(Este libro también puede adquirirse de forma impresa en Amazon):
http://www.amazon.com/gp/product/0987901109
Poco a poco esas historias fueron creciendo, no sólo en número sino también en la cantidad de sentimientos personales y empeños creativos que eran capaces de arrancar de mi propio corazón. Entonces un pastor de República Dominicana que puso su confianza, oración y apoyo en mí, me estimulaba a seguir escribiéndolas, alentándome con el hecho de que pudieran servir para ayudar a otros.
Mi vida era un mar de tristeza, mi milagro parecía totalmente imposible, sin comprender que algo extraordinario me estaba sucediendo, y yo pude cambiar mi vida y escribir muchas otras historias.
Entonces un día reuní todas esas historias y las titulé “El Faro de Asaf”, porque me gustan mucho los faros y porque Asaf era un hombre de la Biblia que estaba triste y se sentía desalentado. Ese nombre bíblico del Salmo 73 se me había quedado grabado cuando una noche uno de los jóvenes de mi iglesia vino a visitarme en compañía de otros. Él quería alentarme espiritualmente y usó una ilustración basada en Asaf. Yo visitaba y hacía reportajes de faros de Cuba por pura afición, y como los faros generalmente son asociados a la guía de Jesús para nosotros, así fue que decidí usar esa alegoría.
Cada año, al llegar los terribles y amenazantes huracanes del Caribe, pierdo el sueño y la alegría, temiendo que los fuertes vientos arrancarán los árboles que mi padre plantó hace casi cuarenta años; alguno que otro ya han arrancado, pero todavía quedan algunos y es uno de los mejores recuerdos que tengo de él. Muchas veces estuvimos mi madre y yo orando junto a la puerta, mientras el viento soplaba irresistible fuera. Cuando pienso en algo así, también imagino que nuestra fe puede ser tomada como árboles que se cuidan por otras personas, a la vez que también se plantan otros nuevos, como motivos renovados y buenas acciones e ideales que alimentar, quizás semillas guardadas de esos viejos árboles derribados.
Lo más importante de mi libro es descubrir siempre un nuevo camino para rescatar la fe del medio del dolor que existe en derredor.
Muchas bendiciones para su vida,
Roberto Ornan Roche
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