Tras el éxito de Los secretos del franquismo, y hurgando en el mismo pozo documental de archivos secretos desclasificados, esta vez no solo de Estados Unidos sino también del Reino Unido y Holanda, Eduardo Martín de Pozuelo vuelve a sacar a la luz una verdad histórica cuidadosamente escondida por el régimen franquista.
Y hay que decir que con éxito, porque hasta ahora nadie pensaba en Franco cuando se hablaba del holocausto, como si la España pronazi de principios de los cuarenta hubiera visto de lejos cómo Alemania deportaba y ejecutaba a millones de judíos.
Pero la realidad tozuda, que aflora en los documentos citados, muestra que pudo salvar a decenas de miles de sefarditas, pero prefirió dejarlos morir, a pesar de los reiterados ultimátums alemanes que le advertían de las medidas extremas de que serían objeto. Eso sí, no se olvidó de reclamar las propiedades y el dinero de los deportados, considerados por tanto ciudadanos españoles en toda regla. Algunos diplomáticos actuaron por su cuenta y contra las órdenes de Madrid, para salvar unas decenas o unos cientos de personas; y cuando la guerra cambió de curso y los aliados empezaron a presionar a Franco, éste se apropió de sus actos heroicos para ganarse la benevolencia de los vencedores.
La primera parte de este libro desgrana todo lo dicho de una forma contundente y es un dedo acusador contra la complicidad del franquismo con la barbarie.
La segunda parte aborda otros episodios como el impulso alemán que recibió el golpe de Estado de 1936, una tesis ya apuntada en Los secretos del franquismo pero que aquí aparece reforzada, y el control también nazi de la prensa española, y termina con el difícil camino de la transición tal como lo vieron el resto de países occidentales, una transición que también conllevó el primer homenaje de un jefe del Estado español, el Rey, a las víctimas de la shoah.