En el avance de las tropas del rey Fernando III hacia la conquista de las principales plazas moras del sur, las huestes santiaguistas, que forman parte de la vanguardia de este ejército, después de la conquista de Hornachos, una tórrida tarde del verano de 1241 se presentan ante las murallas de la árabe Ellerina (luego, la cristiana Llerena). El maestre de la Orden de Santiago, don Rodrigo Íñiguez, duda de que puedan asaltar tan importantes murallas, pero en sueños se le aparece la Virgen a don Pelay Pérez Correia (el mismo protagonista de la aparición de Tudía, según la leyenda), a quien le entrega, como testimonio de que su sueño ha sido realidad, una granada: ‹‹Y para que refuerces tu fe y la de los tuyos, te entrego como testigo esta granada, que no se pondrá mustia hasta que puedas ofrecerme una del granado que hay en el patio de la mezquita de los infieles, y la consagres con mi nombre como Iglesia Mayor de la venidera y cristiana ciudad». Y la ciudad es conquistada por las armas cristianas
Un pupilo del maestre don Pelay Pérez Correia,(sucesor de don Rodrigo), el freire portugués don Geraldo Martín de Taveiros es el encargado de mandar la escolta de los que quieren abandonar la ciudad conquistada y marchar hacia la vecina alcazaba de Reyna con sus enseres, dineros y riquezas. Pero la ambición también tiene su nido en el seno de la orden y uno de los caballeros principales, don Suero de Sotomayor, pergeña la traición contra los que abandonan la ciudad y contra la escolta, para apoderarse de las riquezas moras. Don Geraldo queda muerto pero es ayudado por el viejo médico Izz al-Dîn y Nuzhat, la rawiya, (recitadora de poesías y de antiguas leyendas). Con ella vive una corta pero intensa relación de amor, cuyo recuerdo le acompañará siempre.
Un pupilo del maestre don Pelay Pérez Correia,(sucesor de don Rodrigo), el freire portugués don Geraldo Martín de Taveiros es el encargado de mandar la escolta de los que quieren abandonar la ciudad conquistada y marchar hacia la vecina alcazaba de Reyna con sus enseres, dineros y riquezas. Pero la ambición también tiene su nido en el seno de la orden y uno de los caballeros principales, don Suero de Sotomayor, pergeña la traición contra los que abandonan la ciudad y contra la escolta, para apoderarse de las riquezas moras. Don Geraldo queda muerto pero es ayudado por el viejo médico Izz al-Dîn y Nuzhat, la rawiya, (recitadora de poesías y de antiguas leyendas). Con ella vive una corta pero intensa relación de amor, cuyo recuerdo le acompañará siempre.