PREFACIO
"El hombre es el verdadero creador de su destino.
Cuando no está convencido de ello,
él no llega a ser nada en la vida."
Existen muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales y son esas personas justamente las que dejan una huella a seguir.
Cada ser que viene a este mundo tiene una misión, un destino trazado, una meta que va más allá del ser padre o madre de familia o de cumplir con los requerimientos básicos para solventar el diario vivir en esta sociedad pasajera.
Esa misión está grabada dentro de cada uno.
Escuchemos a nuestro corazón, ese que palpita a veces más de setenta y dos latidos por segundo y nunca miente; y para hacerlo, debemos de encontrarnos a nosotros mismos. Debemos buscar a ese ser que vive dentro de nosotros y al que muchos no le prestan atención. Para ello, debemos dejar atrás el tiempo que perdemos con falsas figuras y ritmos que muchas veces alteran nuestros sentidos y evitan que seamos nosotros, y no otros, los que manejamos nuestros designios.
El Gorrión Y la Rana representan esos seres en búsqueda de su propio destino, llevados por ideales más altos o de otro ritmo al común denominador. Aceptar el cambio como una nueva forma de aventura hará que nos descubramos a nosotros mismos en facetas nunca jamás imaginadas. Pero, a donde vayamos y sin importar qué es lo que hagamos, siempre deberemos recordar que para defendernos hemos de tener a la moral de escudo y a la ética de espada.
Con gratitud,
Jerry Gómez Shor, Jr.
"El hombre es el verdadero creador de su destino.
Cuando no está convencido de ello,
él no llega a ser nada en la vida."
Existen muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales y son esas personas justamente las que dejan una huella a seguir.
Cada ser que viene a este mundo tiene una misión, un destino trazado, una meta que va más allá del ser padre o madre de familia o de cumplir con los requerimientos básicos para solventar el diario vivir en esta sociedad pasajera.
Esa misión está grabada dentro de cada uno.
Escuchemos a nuestro corazón, ese que palpita a veces más de setenta y dos latidos por segundo y nunca miente; y para hacerlo, debemos de encontrarnos a nosotros mismos. Debemos buscar a ese ser que vive dentro de nosotros y al que muchos no le prestan atención. Para ello, debemos dejar atrás el tiempo que perdemos con falsas figuras y ritmos que muchas veces alteran nuestros sentidos y evitan que seamos nosotros, y no otros, los que manejamos nuestros designios.
El Gorrión Y la Rana representan esos seres en búsqueda de su propio destino, llevados por ideales más altos o de otro ritmo al común denominador. Aceptar el cambio como una nueva forma de aventura hará que nos descubramos a nosotros mismos en facetas nunca jamás imaginadas. Pero, a donde vayamos y sin importar qué es lo que hagamos, siempre deberemos recordar que para defendernos hemos de tener a la moral de escudo y a la ética de espada.
Con gratitud,
Jerry Gómez Shor, Jr.