Saúl Cáceres, de vacaciones en Italia, en una atípica ciudad medieval llamada Ravello, cuya magia inspiró a Richard Wagner su "Jardín de Klingsor", la ópera Parsifal Saúl se siente subyugado por el lugar. Apático y racionalista como es, metódico y egoísta por naturaleza, no puede, empero, resistirse al embrujo del enclave. Allí conoce a un benedictino alemán con quien entabla una franca amistad, a unas damas encantadoras y a un par de misteriosos antropólogos. Todo es demasiado llamativo para ser real y al tiempo, demasiado real para no serlo. Finalmente, la vida demuestra al cirujano que también debe mirar con los ojos del alma.
Al hacerlo, le es dado comprender el arte exquisito creado por su madre como pintora en cada una de sus obras y accede repentinamente a comprender la naturaleza de lo incomprensible. Cabría preguntarse si en verdad coexistimos con seres que toman figuras humanas con la finalidad de ayudarnos, transmitiéndonos de un modo peculiar, que no todo es materia a nuestro alrededor.
Al hacerlo, le es dado comprender el arte exquisito creado por su madre como pintora en cada una de sus obras y accede repentinamente a comprender la naturaleza de lo incomprensible. Cabría preguntarse si en verdad coexistimos con seres que toman figuras humanas con la finalidad de ayudarnos, transmitiéndonos de un modo peculiar, que no todo es materia a nuestro alrededor.