Nosotros modelamos nuestras vidas como un alfarero forma una vasija
El Karma (“para hacer”, “acción” u “obra”) tiene una base real y a lo largo de la historia los videntes de la India lo inmortalizaron en el Veda, aunque sufrió mala prensa cuando los misioneros europeos lo empequeñecieron denominándolo como "destino" y "fatalismo". Hoy, los hallazgos demuestran que se trata de algo sutil y que abarca todos los principios que gobiernan el universo, involucrando por ello las experiencias del hombre, tal y como la fuerza de gravedad atrae a todos los seres. El Karma siempre ha estado y está aquí, con toda su fuerza, incluso cuando las personas no lo comprendan ni crean en ello.
Como todas las leyes, la Ley del Karma está bajo el mando, la jurisdicción, de ciertas entidades, en este caso, los Señores del Karma. Ellos son los jueces cósmicos y miran la acción y reacción de causas y efectos que nosotros pusimos en movimiento, y regulan esto según nuestras necesidades. Siempre que el alma se encarna en cada entidad, humana o subalterna, nuestras almas adquieren una personalidad con una estructura dada de energía.
Las almas cooperan con los Señores del Karma decidiendo qué dolor o placer tendremos en cualquiera de nuestras vidas, aunque ello es una mala manera para describir lo que pasa. El alma no está interesada, ni siquiera lo están los Señores del Karma, en nuestro placer o sufrimiento. Estas son reacciones absolutamente dependientes de nuestras acciones o pensamientos. En lo que ellos están interesados es en el funcionamiento de la Ley, la Ley cósmica de Causa y Efecto, aunque también el alma tiene sus propios propósitos para cada encarnación dada.
El Karma (“para hacer”, “acción” u “obra”) tiene una base real y a lo largo de la historia los videntes de la India lo inmortalizaron en el Veda, aunque sufrió mala prensa cuando los misioneros europeos lo empequeñecieron denominándolo como "destino" y "fatalismo". Hoy, los hallazgos demuestran que se trata de algo sutil y que abarca todos los principios que gobiernan el universo, involucrando por ello las experiencias del hombre, tal y como la fuerza de gravedad atrae a todos los seres. El Karma siempre ha estado y está aquí, con toda su fuerza, incluso cuando las personas no lo comprendan ni crean en ello.
Como todas las leyes, la Ley del Karma está bajo el mando, la jurisdicción, de ciertas entidades, en este caso, los Señores del Karma. Ellos son los jueces cósmicos y miran la acción y reacción de causas y efectos que nosotros pusimos en movimiento, y regulan esto según nuestras necesidades. Siempre que el alma se encarna en cada entidad, humana o subalterna, nuestras almas adquieren una personalidad con una estructura dada de energía.
Las almas cooperan con los Señores del Karma decidiendo qué dolor o placer tendremos en cualquiera de nuestras vidas, aunque ello es una mala manera para describir lo que pasa. El alma no está interesada, ni siquiera lo están los Señores del Karma, en nuestro placer o sufrimiento. Estas son reacciones absolutamente dependientes de nuestras acciones o pensamientos. En lo que ellos están interesados es en el funcionamiento de la Ley, la Ley cósmica de Causa y Efecto, aunque también el alma tiene sus propios propósitos para cada encarnación dada.