De ellos sólo se recuerdan las Termópilas pero Esparta fue mucho más que una simple batalla. Esparta fue la guerra.
Desde antes de su nacimiento, Aunúmidas estaba destinado a convertirse en un espartano, en un guerrero, en un “igual”. A través de los primeros años, sumidos en un inhumano y cruel entrenamiento, los muchachos espartanos eran educados para vivir por y para su patria.
Era el primer gran autoritarismo de la historia, modelo político que siguió vivo en los gobernantes futuros que intentaron dominar el mundo. La vida de Aunúmidas no fue distinta a la de cualquiera de sus compatriotas, fue la de un hombre sometido a los intereses del Estado más poderoso de la Hélade, temido en el mundo por griegos y persas, respetado por su disciplina y rigor, adorado por aquellos que vivían dentro y fuera de sus límites, odiado por sus esclavos y envidiado por sus enemigos.
Desde antes de su nacimiento, Aunúmidas estaba destinado a convertirse en un espartano, en un guerrero, en un “igual”. A través de los primeros años, sumidos en un inhumano y cruel entrenamiento, los muchachos espartanos eran educados para vivir por y para su patria.
Era el primer gran autoritarismo de la historia, modelo político que siguió vivo en los gobernantes futuros que intentaron dominar el mundo. La vida de Aunúmidas no fue distinta a la de cualquiera de sus compatriotas, fue la de un hombre sometido a los intereses del Estado más poderoso de la Hélade, temido en el mundo por griegos y persas, respetado por su disciplina y rigor, adorado por aquellos que vivían dentro y fuera de sus límites, odiado por sus esclavos y envidiado por sus enemigos.