“Desdichados de vosotros, doctores de la ley, que habéis tomado la llave de la ciencia; vosotros no habéis entrado y habéis impedido entrar a los que querían entrar.” (Evangelio de San Lucas, Cap. XI, vers. 52.) Tengo el honor de presentarme ante vosotros aceptando con el mayor placer una invitación que el Director Sr. Osías ha tenido la atención de hacerme. Habiendo dejado el tema a mi discreción, me ha parecido que merecía la pena de que disertara sobre la educación laica que funciona en nuestras escuelas públicas desde la implantación del nuevo régimen que rige los destinos del pueblo filipino. Voy a ceñirme estrictamente a los hechos y hablaré con la franqueza y la lealtad que el caso requiere aunque tenga que lastimar las susceptibilidades de alguien. Movimiento consolador Desde hace algún tiempo se nota en nuestra sociedad una preocupación creciente contra la inmoralidad, contra el vicio, contra la pereza, en general, contra los con razón llamados males sociales. Tal movimiento es, por cierto, bueno y consolador; síntoma de un notable progreso social aunque para la mayoría sólo hay motivo de alarmarse y condolerse por el aumento de semejantes males. ¿Existe positivamente tal aumento de inmoralidad? ¿Hay realmente motivo de alarmarse por un retroceso moral de nuestra sociedad
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