Job Ledesma se ha incorporado a la fratría de los fingidores en la prensa insular a través de sus artículos en La Opinión de Tenerife. La primera vez que lo vi fue en una fotografía en los estudios de Radio Isla: alto, grueso, barrigudo, con expresión suavemente burlona y una botella de ginebra en la mano. Después lo conocí (más o menos) y comprobé su dificultad para hablar en serio, su incapacidad para emitir tonterías y su fidelidad a las bebidas espirituosas. Se declara un hombre autorrealizado: escribe de música, hace crítica gastronómica y reseña películas pornográficas, con lo que tiene las principales necesidades fisiológicas y espirituales cubiertas.
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