Katherine Howe, profesora de la Universidad de Cornell y descendiente de tres brujas acusadas en los juicios de Salem de 1692, ha recogido en este libro un gran número de documentos relacionados con la brujería y los procesos por brujería desde finales del siglo XVI hasta principios del XIX. Empezando por un juicio en Inglaterra contra una mujer acusada de causar la muerte de un bebé y de su cuñada, porque ésta la llamó «puta y bruja», sigue con la Demonología del rey Jacobo I, muy activo en la persecución de la brujería y responsable de una ley que dictaría el modelo judicial no solo en Inglaterra sino en las colonias norteamericanas. El pánico de Salem, que llevó a la horca a veinte personas (catorce de ellas mujeres), no fue una anomalía sino la consecuencia de un largo proceso de tipificación de la figura de la bruja y de su castigo por poner en peligro la fe y la cohesión de la comunidad. Pruebas de flotación (sumergir a la «bruja» en agua, atada, para ver si se hundía o no), pruebas «espectrales» (visiones o sueños a los que se daba validez jurídica) o la enigmática «teta de bruja» (que podían tener hombres y mujeres en cualquier parte del cuerpo) se unieron a acusaciones en que la mera palabra del afectado bastaba para certificar un maleficio. El libro de las brujas repasa uno de los períodos más oscuros de la historia a través de una galería de hechos y personajes escalofriante.
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