Las mujeres “alfa” surgieron en plena descomposición social. La “liberación femenina” se enmarca en la expansión capitalista, en la industrialización avanzada, en el mercantilismo desmedido y el consumismo voraz de finales del siglo XX y el siglo XXI. Las mujeres “abandonaron” a sus hijos, para salir a trabajar, para realizarse, para estudiar y ser exitosas profesionistas. Actualmente, las mujeres “alfa” dejaron de lado la idea del matrimonio, de pareja, de noviazgo y están empezando a dejar de lado o darse cuenta de que su instinto es quien les ordenaba tener hijos.
Así, esas mujeres “alfa” están abandonando lo femenino (el amor) a favor de una preferencia masculina (el sexo). Aún más, en aplicaciones como Tinder, las mujeres “alfa” han optado por utilizar un criterio masculino para la elección de sus relaciones sexuales (la vista). Sin embargo, las mujeres “alfa” sufren porque aun anhelan su “príncipe azul”, “un amor verdadero”, el cual nunca llegará por su falta de decencia, vaya necedad de esas mujeres, buscan joyas en una tienda de perfumes, prueban una y otra fragancia, piden muestras, miran bien las marcas, diseños y colores, olfatean algunos, se ponen otros, compran varios y concluyen “esto no es una joya”, el perfume se evapora, se acaba y regresan emocionadas a probar otro.
Las mujeres “alfa”, revisan en Tinder igual que revisan los programas de televisión y cambian el que no les gusta, si alguno es de su agrado lo ven, dan su tiempo y, cuando termina, simplemente, termina. Las mujeres “alfa”, en ocasiones, se cuestionan ¿por qué estoy viendo esta tontería?; de igual forma, eligen su relación ocasional, como ven un catálogo de productos, examinan las imágenes, revisan los precios, ven sus características y en caso de animarse o necesitarlo, adquieren uno o más productos.
Las mujeres “alfa” necesitadas de sexo (aunque eso es bastante cuestionable, pues parecen ser bastante influenciables, quizás predispuestas biológicamente o temerosas de ser juzgadas, socialmente), buscan en el catálogo de Tinder y se basan en un criterio, fundamentalmente, la vista. Ellas, creen que tienen el poder de elegir “con quién” se acuestan. Se sienten dominantes, pues son capaces de desechar a los hombres que, según ellas, utilizan. Además de idiotas y chongos, los hombres, para ellas, son desechables.
Algunas dirán que los hombres son un mal necesario. Piensan que existe una cantidad ilimitada (una fila inmensa) de hombres que quieren con ellas, un grupo enorme de varones de los cuales pueden disponer, en el momento que quieran y que pueden, simplemente, bloquear o eliminar a quien les plazca, en el momento que lo decidan.
Dicha experiencia, les resulta excitante, les emociona la novedad y el “riesgo”, “vivir al límite”, divertirse en fiestas y borracheras. Para ellas, son experiencias, conocimiento. Ya Pilar Sordo (2005), había encontrado que un grupo importante de jóvenes mujeres estaban imitando conductas masculinas, como las borracheras.
Pero, en realidad ¿es así?
Así, esas mujeres “alfa” están abandonando lo femenino (el amor) a favor de una preferencia masculina (el sexo). Aún más, en aplicaciones como Tinder, las mujeres “alfa” han optado por utilizar un criterio masculino para la elección de sus relaciones sexuales (la vista). Sin embargo, las mujeres “alfa” sufren porque aun anhelan su “príncipe azul”, “un amor verdadero”, el cual nunca llegará por su falta de decencia, vaya necedad de esas mujeres, buscan joyas en una tienda de perfumes, prueban una y otra fragancia, piden muestras, miran bien las marcas, diseños y colores, olfatean algunos, se ponen otros, compran varios y concluyen “esto no es una joya”, el perfume se evapora, se acaba y regresan emocionadas a probar otro.
Las mujeres “alfa”, revisan en Tinder igual que revisan los programas de televisión y cambian el que no les gusta, si alguno es de su agrado lo ven, dan su tiempo y, cuando termina, simplemente, termina. Las mujeres “alfa”, en ocasiones, se cuestionan ¿por qué estoy viendo esta tontería?; de igual forma, eligen su relación ocasional, como ven un catálogo de productos, examinan las imágenes, revisan los precios, ven sus características y en caso de animarse o necesitarlo, adquieren uno o más productos.
Las mujeres “alfa” necesitadas de sexo (aunque eso es bastante cuestionable, pues parecen ser bastante influenciables, quizás predispuestas biológicamente o temerosas de ser juzgadas, socialmente), buscan en el catálogo de Tinder y se basan en un criterio, fundamentalmente, la vista. Ellas, creen que tienen el poder de elegir “con quién” se acuestan. Se sienten dominantes, pues son capaces de desechar a los hombres que, según ellas, utilizan. Además de idiotas y chongos, los hombres, para ellas, son desechables.
Algunas dirán que los hombres son un mal necesario. Piensan que existe una cantidad ilimitada (una fila inmensa) de hombres que quieren con ellas, un grupo enorme de varones de los cuales pueden disponer, en el momento que quieran y que pueden, simplemente, bloquear o eliminar a quien les plazca, en el momento que lo decidan.
Dicha experiencia, les resulta excitante, les emociona la novedad y el “riesgo”, “vivir al límite”, divertirse en fiestas y borracheras. Para ellas, son experiencias, conocimiento. Ya Pilar Sordo (2005), había encontrado que un grupo importante de jóvenes mujeres estaban imitando conductas masculinas, como las borracheras.
Pero, en realidad ¿es así?