Aunque tenemos la certeza de que la enfermedad, los accidentes, la vejez, y, sin duda alguna, la muerte, nos alcanzarán en algún momento de la existencia y pueden golpear con dureza nuestro entorno afectivo, cuando ocurren nunca nos sentimos lo suficientemente preparados para estos encuentros.
Aun cuando no sabemos cuándo, ni cómo, ni dónde, ni a quién, los sobresaltos inesperados nos esperan a la vuelta de cada esquina.
Las páginas de este libro constituyen una excelente oportunidad para que el lector o lectora se inicien o continúen en el difícil camino del afrontamiento de las pérdidas que jalonarán su vida.
A pesar de que cada muerte es diferente, en este libro se instruye, a través de ejemplos cuidadosamente seleccionados, en lo más difícil, en cómo integrar la pérdida, única e insustituible, de un ser querido en nuestro futuro, en cómo proseguir nuestra vida a pesar de ello y en cómo tratar de conseguir que ésta se enriquezca y se impregne de nuevo sentido.
No debemos huir ni olvidar, sino honrar y agradecer. En palabras de la autora: «No podemos proteger a nuestras personas queridas… sólo podemos amarlas».
Este libro, que en algunos aspectos sigue los pasos de una de sus maestras, Elisabeth Kübler-Ross, nos ayuda desde los conceptos, las reflexiones, los numerosos relatos extraídos de la misma vida y la hospitalidad fraterna de la autora, a ser más conscientes de la realidad del proceso —que puede también ser hermoso y sereno— del devenir que muchos, innumerables, seres humanos han recorrido antes, y que nosotros, nuestras parejas, hijos y nietos, estamos recorriendo ahora o ten-dremos que recorrer mañana.
Aun cuando no sabemos cuándo, ni cómo, ni dónde, ni a quién, los sobresaltos inesperados nos esperan a la vuelta de cada esquina.
Las páginas de este libro constituyen una excelente oportunidad para que el lector o lectora se inicien o continúen en el difícil camino del afrontamiento de las pérdidas que jalonarán su vida.
A pesar de que cada muerte es diferente, en este libro se instruye, a través de ejemplos cuidadosamente seleccionados, en lo más difícil, en cómo integrar la pérdida, única e insustituible, de un ser querido en nuestro futuro, en cómo proseguir nuestra vida a pesar de ello y en cómo tratar de conseguir que ésta se enriquezca y se impregne de nuevo sentido.
No debemos huir ni olvidar, sino honrar y agradecer. En palabras de la autora: «No podemos proteger a nuestras personas queridas… sólo podemos amarlas».
Este libro, que en algunos aspectos sigue los pasos de una de sus maestras, Elisabeth Kübler-Ross, nos ayuda desde los conceptos, las reflexiones, los numerosos relatos extraídos de la misma vida y la hospitalidad fraterna de la autora, a ser más conscientes de la realidad del proceso —que puede también ser hermoso y sereno— del devenir que muchos, innumerables, seres humanos han recorrido antes, y que nosotros, nuestras parejas, hijos y nietos, estamos recorriendo ahora o ten-dremos que recorrer mañana.