El miedo está ambientado en algún lugar indeterminado del frente alpino, el escenario donde se desarrolló la llamada «guerra blanca», la guerra a más de tres mil metros de altura. Un grupo de soldados italianos encargado de un puesto de vigía que domina un desfiladero de gran importancia estratégica es objeto del ataque repentino de un francotirador del ejército austrohúngaro. Los esfuerzos por localizarlo se revelan inútiles, y el tirador permanece invisible. Los personajes del relato aparecen y desaparecen, retratados magistralmente con unas pocas pinceladas que los caracterizan en términos físicos, pero también sociales y culturales por medio del uso de los diferentes dialectos del italiano.
Una Italia que no llevaba medio siglo unificada (la culminación del Risorgimento había tenido lugar en 1870, con la conquista de Roma y el confinamiento del papa al Vaticano) desfila así ante los ojos del lector, en una especie de panorámica que muestra la pobreza de los soldados y el horror de la guerra. La utilización de diferentes rasgos lingüísticos plasma en el relato las diferencias sociales y señala con claridad quiénes dan las órdenes y quiénes deben obedecerlas sin atisbo alguno de vacilación.
A pesar de la escasa tradición existente en castellano a la hora de verter rasgos dialectales (en especial, en obras procedentes del italiano), la traducción de David Paradela López ha intentado respetar este elemento formal, crucial en la medida en que refleja un aspecto que corre el riesgo de pasar inadvertido al lector en versión traducida, que la guerra es más cruel con los pobres que hablan en «dialecto».
Diseño de cubierta: Marc Valls, a partir de la imagen de unos tiradores austríacos apostados en una peña sobre el río Isonzo
Una Italia que no llevaba medio siglo unificada (la culminación del Risorgimento había tenido lugar en 1870, con la conquista de Roma y el confinamiento del papa al Vaticano) desfila así ante los ojos del lector, en una especie de panorámica que muestra la pobreza de los soldados y el horror de la guerra. La utilización de diferentes rasgos lingüísticos plasma en el relato las diferencias sociales y señala con claridad quiénes dan las órdenes y quiénes deben obedecerlas sin atisbo alguno de vacilación.
A pesar de la escasa tradición existente en castellano a la hora de verter rasgos dialectales (en especial, en obras procedentes del italiano), la traducción de David Paradela López ha intentado respetar este elemento formal, crucial en la medida en que refleja un aspecto que corre el riesgo de pasar inadvertido al lector en versión traducida, que la guerra es más cruel con los pobres que hablan en «dialecto».
Diseño de cubierta: Marc Valls, a partir de la imagen de unos tiradores austríacos apostados en una peña sobre el río Isonzo