Hans Thomas, un muchacho noruego de 12 años, y su padre emprenden un viaje hacia Atenas en busca de la madre, que ocho años atrás los abandonó para «encontrarse a sí misma». El azar hace que se detengan en Dorf, un pequeño pueblo donde un viejo panadero regala al joven un panecillo que oculta un diminuto libro, que Hans Thomas comenzará a leer con la ayuda de una lupa que un misterioso enano le regala. A partir de ese momento, el muchacho inicia otro emocionante viaje paralelo: el de la imaginación. Sabrá de Frode, un marinero que naufragó y sobrevivió en una isla desierta, de su baraja de naipes y de cómo combatió su soledad haciendo que cada una de las 53 cartas tuviera vida propia (52 de ellas bastante inconscientes; una sola, Comodín, entiende verdaderamente las reglas del solitario que hace el anciano). Pensando en todo ello, a Hans Thomas le surgirá una pregunta: ¿Hasta qué punto podemos nosotros, a diferencia de los naipes, determinar nuestro destino?
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