Tradicionalmente, la imagen que poseemos sobre Jesús de Nazaret nos ha sido transmitida por los Evangelios: un ser divino enviado por Dios para redimirnos del pecado y transmitirnos la Buena Nueva de la vida eterna. ¿Pero realmente fue así en sus orígenes? ¿Qué dice la historia? ¿Cuál fue el mundo que Jesús vio, caminó y vivió? ¿Qué tensiones políticas, sociales y religiosas debió observar? ¿Cuáles fueron los altibajos que la nación de Israel debió sufrir en los tres siglos anteriores al nacimiento de Jesús, y que determinaron buena parte de su predicación? ¿Qué tensiones debieron sufrir los judíos ante la presencia griega y la dominación romana? ¿Cómo se manifestó el descontento popular ante los invasores romanos? ¿Fue Jesús un caso excepcional de predicación, como siempre se nos ha dicho, o solamente una de las muchas voces que en su momento anunciaban el juicio de las naciones por parte de Dios? ¿Cómo pudo haber sido la vida de Jesús antes de su ministerio religioso por la geografía de Palestina? ¿Fue Jesús el “Enviado de Dios” o sólo un producto de los sucesos de su época?
Apoyándose en una bibliografía académica de alto nivel poco conocida en lengua española, “El mundo que vio Jesús”, primer volumen de una serie de obras dedicadas a rescatar del pasado las raíces olvidadas del cristianismo, plantea de manera erudita los contextos geopolíticos, culturales, religiosos e históricos que muy probablemente influyeron en la predicación original de Jesús, al tiempo que nos obliga a replantear nuestras ideas sobre los orígenes del cristianismo, pues como afirma el autor: “Prescindir de la fe no significa negarla al momento de investigar los fundamentos históricos de una creencia”.
Apoyándose en una bibliografía académica de alto nivel poco conocida en lengua española, “El mundo que vio Jesús”, primer volumen de una serie de obras dedicadas a rescatar del pasado las raíces olvidadas del cristianismo, plantea de manera erudita los contextos geopolíticos, culturales, religiosos e históricos que muy probablemente influyeron en la predicación original de Jesús, al tiempo que nos obliga a replantear nuestras ideas sobre los orígenes del cristianismo, pues como afirma el autor: “Prescindir de la fe no significa negarla al momento de investigar los fundamentos históricos de una creencia”.