Una hilera de castaños, la tierra húmeda, un sauce en la casa de infancia, el libro es casi un solo poema seccionado en apartes; el mismo tono meditativo, ensimismado y esos retornos de imágenes que van transformando o abriendo en otros sentidos los mismos elementos. Una forma espiralada como si de esas vueltas dependiera también la diferencia, la continuidad hacia otro tiempo de la que habla, de la que quiere decirse en los poemas. Un relato conmovedor con una historia detrás apenas iluminada en sus fragmentos: hay una madre, una abuela, los objetos de una casa, el vínculo distante y a la vez cercano, la herencia del nombre y la escritura, en el amor, en el conflicto, en la falta. “Toda muerte interrumpe una conversación” dice y reitera el yo poético al mismo tiempo que enfatiza el peso de las ausencias y piensa la precariedad. Julieta Marchant elabora un texto donde la experiencia desemboca en la escritura, se arrima “a las lagunas que habitan las palabras” y, como aquella figura a la que se le pregunta qué es un poema, responde con el trazado de una línea que desborda el papel y va a dar a la mesa, es decir a lo real. Una poética donde las palabras cruzan desde el yo hacia el afuera más cercano, habitan un espacio donde el lenguaje toca bordes y es tocado.
Alicia Genovese
Alicia Genovese