Primera entrega de la alabada serie policiaca de Dominique Sylvain, donde crea una formidable e inverosímil pareja de investigadoras, la antigua comisaria Lola Jost, armada de guasa y kilos, y su acompañante Ingrid Diesel, una americana enamorada de París.
«La joven permanecía tumbada en la cama, en pijama. Chloé creyó que su amiga remoloneaba, que soñaba despierta con los ojos muy abiertos y la cabeza de cara a los libros y peluches amontonados en la estantería. Chloé se acercó y sintió que la mirada fija de Vanessa la absorbía. Observó las manchas rojas en el cuello muy blanco y cayó en la cuenta de que se le habían empapado los calcetines. Chapoteaba en un charco de sangre. Ni se le pasó por la cabeza la idea de que el asesino pudiera estar aún en el apartamento. Su cerebro se desconectó al tiempo que imaginaba el esófago convertido en un volcán tibio y empezó a vomitar.»