El perfume de las palabras: El autor, dos veces premiado con el "Lazarillo", tiene la vocación de preservar la literatura como territorio de libertad, donde la transgresión literaria favorece el equilibrio de la psique de esta especie que imagina, la humana.
En "El perfume de las palabras" esa vocación se une al propósito de conservar la memoria de infancia y adolescencia, mediante la confección de un breve glosario en el que el lector se reencuentra con expresiones tan de los años 60 y 70 del siglo XX como "lapo", "macho", "lefa" o "futbolín". Palabras que se lleva el tiempo y que reverdecen con la memoria junto a las sensaciones de aquellos días en la calle y en el patio del colegio, socializados en el mogollón del babyboom en barrios de ciudades que crecían pero, todavía, eran más campo que urbe. Tras la lectura queda una sensación de aceptación, de cosa cumplida. Justicia poética, que se dice. Para lectores de 16 años en adelante.
En "El perfume de las palabras" esa vocación se une al propósito de conservar la memoria de infancia y adolescencia, mediante la confección de un breve glosario en el que el lector se reencuentra con expresiones tan de los años 60 y 70 del siglo XX como "lapo", "macho", "lefa" o "futbolín". Palabras que se lleva el tiempo y que reverdecen con la memoria junto a las sensaciones de aquellos días en la calle y en el patio del colegio, socializados en el mogollón del babyboom en barrios de ciudades que crecían pero, todavía, eran más campo que urbe. Tras la lectura queda una sensación de aceptación, de cosa cumplida. Justicia poética, que se dice. Para lectores de 16 años en adelante.