La humanidad puede y debe aspirar a la divinización. A ella se le convoca para formar parte de su proceso eterno.
Una nueva explicación de la divinización del ser humano se hace necesaria. Su objetivo no es convertirse en Dios sino en sí mismo. Su humanización precede a su divinización.
El Proceso Eterno de Amor, al originar eternamente la existencia, transforma su Proceso Divino en Procedimiento Humano, para que este Procedimiento, practicando humanidad, la humanice, la divinice, porque la finalidad de la existencia humana consiste en humanizar la divinidad.
No es el ser humano el que se hace Dios, es Dios que se hace ser humano.
Una nueva explicación de la divinización del ser humano se hace necesaria. Su objetivo no es convertirse en Dios sino en sí mismo. Su humanización precede a su divinización.
El Proceso Eterno de Amor, al originar eternamente la existencia, transforma su Proceso Divino en Procedimiento Humano, para que este Procedimiento, practicando humanidad, la humanice, la divinice, porque la finalidad de la existencia humana consiste en humanizar la divinidad.
No es el ser humano el que se hace Dios, es Dios que se hace ser humano.