Presentado en un congreso de historiadores en 1906, este libro trata la compleja relación entre la herencia religiosa del siglo XVI y la modernidad. Sin triunfalismo ni dogmatismo, el autor expone la influencia del protestantismo en la formación de la nueva forma de ser y pensar que se impuso desde finales del siglo XVIII, y señala cuidadosamente las características propias del luteranismo y el calvinismo, especialmente en sus posturas ante la autoridad política. Su análisis del protestantismo como un tipo cultural reconocible pondera los elementos positivos y negativos sin dejarse llevar por estereotipos. El FCE publico este estudio en 1951 y lo integra ahora, convertido en un clásico, a su colección Conmemorativa.
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