La historia de Wilde se narra a través del amigo de un hombre llamado Erskine, quien se encuentra consternado por la teoría Hughes. Erskine había escuchado de dicha teoría a través de Cyril Graham, quien había intentado persuadir a Erskine sobre ella, pero Erskine se encontraba frustrado por la falta de evidencia histórica sobre la existencia de Willie Hughes. Graham intentó encontrar dicha evidencia, pero fracasó. En vez de ello, falsificó un retrato de Hughes en el que éste es representado con su mano en un libro en el que se observa la dedicatoria de los sonetos. Erskine es convencido a través de esta evidencia, pero después descubre que el retrato resulta ser falso; un descubrimiento que lo lleva a dudar nuevamente sobre la existencia de Willie Hughes. Graham todavía cree en la teoría y, para probarlo, se dispara a sí mismo.
Erskine recuenta estos eventos al narrador, quien se impresiona ante la teoría de Willie Hughes y comienza con su propia investigación hasta convencerse, sin duda alguna, de que Willie Hughes fue no solo una persona real, sino que también el sujeto de los sonetos. Él presenta esta evidencia a Erskine pero después se despoja de ella, dejando de creer en su realidad.
Sin embargo, Erskine renueva su creencia en dicha teoría y se propone a encontrar el rastro de Willie Hughes; empero, al igual que Graham, no encuentra evidencia útil. El narrador mantiene que no existía algo que encontrar, siendo que Hughes nunca existió. Erskine le envía una carta en la que le menciona que la verdad yace frente a él y, como prueba de su fe en ella, comete suicidio. Posteriormente, su amigo se dirigiría a su hotel en Cannes para encontrar a Erskine muerto.
Él asume que Erskine cometió suicidio, como Graham, pero el doctor le menciona que la causa real de la muerte había sido una enfermedad de la que Erskine tenía conocimiento desde hace algunos meses; él había ido a París específicamente para morir. Erskine le deja a su amigo el retrato del Sr. W.H., el cual coloca en su casa. Mucha gente hace comentarios sobre el retrato, pero el narrador jamás menciona su historia y algunas veces se pregunta a sí mismo si, después de todo, éste es verdadero.
Erskine recuenta estos eventos al narrador, quien se impresiona ante la teoría de Willie Hughes y comienza con su propia investigación hasta convencerse, sin duda alguna, de que Willie Hughes fue no solo una persona real, sino que también el sujeto de los sonetos. Él presenta esta evidencia a Erskine pero después se despoja de ella, dejando de creer en su realidad.
Sin embargo, Erskine renueva su creencia en dicha teoría y se propone a encontrar el rastro de Willie Hughes; empero, al igual que Graham, no encuentra evidencia útil. El narrador mantiene que no existía algo que encontrar, siendo que Hughes nunca existió. Erskine le envía una carta en la que le menciona que la verdad yace frente a él y, como prueba de su fe en ella, comete suicidio. Posteriormente, su amigo se dirigiría a su hotel en Cannes para encontrar a Erskine muerto.
Él asume que Erskine cometió suicidio, como Graham, pero el doctor le menciona que la causa real de la muerte había sido una enfermedad de la que Erskine tenía conocimiento desde hace algunos meses; él había ido a París específicamente para morir. Erskine le deja a su amigo el retrato del Sr. W.H., el cual coloca en su casa. Mucha gente hace comentarios sobre el retrato, pero el narrador jamás menciona su historia y algunas veces se pregunta a sí mismo si, después de todo, éste es verdadero.