La obra fundamental de Alois Riegl, creador de la moderna historia del arte.
A quien viaje hoy por las antiguas ciudades holandesas, le llamarán principalmente la atención los cuadros de enormes dimensiones de los museos, pero también de los ayuntamientos, de los hospitales, de los asilos de pobres, de las compañías cívicas. No es común encontrar cuadros así en ningún otro lugar: cuadros con numerosas figuras, en ocasiones de cuerpo entero y otras veces de medio cuerpo, pero casi siempre de tamaño real, que aparecen unas junto a otras, bien sin relación entre ellas, bien presentando una conexión vaga, de forma que el observador casi nunca duda de su carácter de retrato.
Riegl lleva a cabo un estudio minucioso y riguroso de los retratos holandeses de grupo, compañías de tiradores, regentes de instituciones benéficas, lecciones de anatomía, un género propio de la pintura holandesa que, como muestra el historiador, crea un modo específico de mirar y de representar.
A quien viaje hoy por las antiguas ciudades holandesas, le llamarán principalmente la atención los cuadros de enormes dimensiones de los museos, pero también de los ayuntamientos, de los hospitales, de los asilos de pobres, de las compañías cívicas. No es común encontrar cuadros así en ningún otro lugar: cuadros con numerosas figuras, en ocasiones de cuerpo entero y otras veces de medio cuerpo, pero casi siempre de tamaño real, que aparecen unas junto a otras, bien sin relación entre ellas, bien presentando una conexión vaga, de forma que el observador casi nunca duda de su carácter de retrato.
Riegl lleva a cabo un estudio minucioso y riguroso de los retratos holandeses de grupo, compañías de tiradores, regentes de instituciones benéficas, lecciones de anatomía, un género propio de la pintura holandesa que, como muestra el historiador, crea un modo específico de mirar y de representar.