Una estridente alarma rompe la quietud de la noche justo antes de que se desencadene el infierno.
El pueblo de Monteverde, en Gran Canaria, siempre ha sido apacible y tranquilo. Esa tranquilidad se ve un día rota por la aparición, en una gasolinera a la entrada de la población, de una niña pequeña, de apenas ocho años. Tiene la mirada perdida y está sucia y desaliñada, como si llevara días perdida en el bosque.
No habla.
Solo está ahí.
Diego es un agente de policía en el tranquilo pueblo de Monteverde y su labor se caracteriza por la falta de urgencia y la serenidad. Cuando recibe la llamada del empleado de la gasolinera no sabe lo que está a punto de desencadenarse.
Penélope es psicóloga y sólo su amistad con Diego le hace acudir a su llamada a deshoras, ignorante del motivo de la misma. Cuando llega al lugar, se hace cargo de la situación de inmediato. ¿Qué hace una niña pequeña en mitad de la nada, sucia y de aspecto abandonado? ¿Por qué no responde a ningún estímulo? Nadie en Monteverde parece estar en condiciones de asumir el reto que su presencia supone.
Nadie ha denunciado su desaparición. Nadie reclama a la niña sin nombre.
Excepto el hombre del coche negro.
A partir de ese momento, lo que parecía el sencillo caso de un menor perdido se convierte en una carrera para salvar la vida al tiempo que Diego y Penélope tratan de poner a la niña a salvo de quienes les persiguen, disparando primero y preguntando después, de quienes están dispuestos a recuperar a la niña por todos los medios.
Sara no es una niña cualquiera y Penélope lo descubre muy pronto. Gracias a inesperados amigos y a la seguridad de estar haciendo lo correcto, se enfrentará a quien haga falta para conocer la verdad y destapar el terrible secreto que se esconde en el bosque de Monteverde.
Aunque ello pueda costarle la vida.
El pueblo de Monteverde, en Gran Canaria, siempre ha sido apacible y tranquilo. Esa tranquilidad se ve un día rota por la aparición, en una gasolinera a la entrada de la población, de una niña pequeña, de apenas ocho años. Tiene la mirada perdida y está sucia y desaliñada, como si llevara días perdida en el bosque.
No habla.
Solo está ahí.
Diego es un agente de policía en el tranquilo pueblo de Monteverde y su labor se caracteriza por la falta de urgencia y la serenidad. Cuando recibe la llamada del empleado de la gasolinera no sabe lo que está a punto de desencadenarse.
Penélope es psicóloga y sólo su amistad con Diego le hace acudir a su llamada a deshoras, ignorante del motivo de la misma. Cuando llega al lugar, se hace cargo de la situación de inmediato. ¿Qué hace una niña pequeña en mitad de la nada, sucia y de aspecto abandonado? ¿Por qué no responde a ningún estímulo? Nadie en Monteverde parece estar en condiciones de asumir el reto que su presencia supone.
Nadie ha denunciado su desaparición. Nadie reclama a la niña sin nombre.
Excepto el hombre del coche negro.
A partir de ese momento, lo que parecía el sencillo caso de un menor perdido se convierte en una carrera para salvar la vida al tiempo que Diego y Penélope tratan de poner a la niña a salvo de quienes les persiguen, disparando primero y preguntando después, de quienes están dispuestos a recuperar a la niña por todos los medios.
Sara no es una niña cualquiera y Penélope lo descubre muy pronto. Gracias a inesperados amigos y a la seguridad de estar haciendo lo correcto, se enfrentará a quien haga falta para conocer la verdad y destapar el terrible secreto que se esconde en el bosque de Monteverde.
Aunque ello pueda costarle la vida.