ALONSO
Hoy es, señor, el venturoso día
que obediente a las órdenes que diste,
donde te espera tanta bizarría,
que el tiempo de lisonjas y honor viste;
porque el bronce y las armas a porfía
le ven alegre y le obscurecen triste,
cuando, confusos entre sí, presumo
que es la aurora su luz, la noche el humo.
Aquí la plaza de armas has mandado
hacer y aquí la frente de banderas,
que son ciento y noventa, y numeradas
el ejército ya por sus hileras
es la muestra que han hecho y que he hallado
que entre propias naciones y extranjeras,
de ejércitos del Rey solo son treinta
y cuatro mil seiscientos y noventa.
Las del país, que llaman escogidos,
son dos mil, de felices esperanzas,
y seis mil y ochocientos prevenidos
de los que llaman gente de finanzas,
de la Liga Católica lucidos
cinco mil y trecientos, que a venganzas
ya se previenen, cinco mil la gente
de nuestro Emperador, noble y valiente.
Hasta aquí repetí la infantería
y no menos admira la opulenta
majestad de la gran caballería,
si se reduce a número su cuenta
de ejércitos del reino, más había
siete mil y seiscientos y sesenta;
dos mil, no sé si diga Martes fieros,
de bandas, de hombres de armas y de arqueros.
Se incluye en esta edición:
- Una biografía completa de Pedro Calderón de la Barca
- Un índice con enlace directo a los capítulos
Hoy es, señor, el venturoso día
que obediente a las órdenes que diste,
donde te espera tanta bizarría,
que el tiempo de lisonjas y honor viste;
porque el bronce y las armas a porfía
le ven alegre y le obscurecen triste,
cuando, confusos entre sí, presumo
que es la aurora su luz, la noche el humo.
Aquí la plaza de armas has mandado
hacer y aquí la frente de banderas,
que son ciento y noventa, y numeradas
el ejército ya por sus hileras
es la muestra que han hecho y que he hallado
que entre propias naciones y extranjeras,
de ejércitos del Rey solo son treinta
y cuatro mil seiscientos y noventa.
Las del país, que llaman escogidos,
son dos mil, de felices esperanzas,
y seis mil y ochocientos prevenidos
de los que llaman gente de finanzas,
de la Liga Católica lucidos
cinco mil y trecientos, que a venganzas
ya se previenen, cinco mil la gente
de nuestro Emperador, noble y valiente.
Hasta aquí repetí la infantería
y no menos admira la opulenta
majestad de la gran caballería,
si se reduce a número su cuenta
de ejércitos del reino, más había
siete mil y seiscientos y sesenta;
dos mil, no sé si diga Martes fieros,
de bandas, de hombres de armas y de arqueros.
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