Lucas Lescano y El sueño de Bast nos abren el umbral que todos buscamos… el otro lado de todo cuanto nos rodea. Ese mundo palpitante, ese ojo que posee aquello que existe con otros códigos, formas y sentidos.
En un instante cualquiera, por un desliz, un accidente tal vez, los pasadizos se cruzan y ya se deja de ser cómo se era para trasmutar en otro individuo y realidad.
Una aventura sorprendente que se inicia desde una simple repisa y los objetos que se dejan en ella. Inocentes, fascinantes regalos que desde su mutismo y pseudo parálisis acompañan el sueño de alguien que en esencia no duerme sino que ingenuamente deberá transitar caminos de irrealidad y fantasía para conquistar el derecho a la existencia. Acción que deberá repetir hasta el agotamiento en batallas desgarradoras con entidades y sujetos más allá de cualquier frontera. Bestias feroces, individuos alienantes, mutantes míticos… y mucho más aguardan en estas páginas. Solo atrévete a soñar conectándote con Bast.
Mientras caminaba, al pasar por una habitación, vio gracias a que la puerta estaba entreabierta, una repisa llena de juguetes. Entró a la habitación y cerró la puerta.
–A veces el destino puede ser muy incierto Tom. Sentados en una mesa de luz estaban el rey y Arlequín.
–Jojo, échales un vistazo a los juguetes, jojo.
Tom miró uno por uno cada juguete. Mundi, el detective, las mamushkas vaqueras, los minimonos, los soldaditos de plomo, el gnomo, Sirena y Sireno, Golux, los rebeldes, los animales de la selva, la pantera, los soldados de titanio, todos eran juguetes sobre una repisa. Tomó la pantera y la observó durante unos minutos.
–Así es Tom. Todos somos el sueño de ese pequeño– el rey señaló la cama. En ella, había un chico conectado a muchos tubos –todo este tiempo estuvo en coma, soñándonos a todos nosotros. Es hora de que despierte.
–¿Va a recordar algo de esto?– preguntó Tom.
–Nada.
En un instante cualquiera, por un desliz, un accidente tal vez, los pasadizos se cruzan y ya se deja de ser cómo se era para trasmutar en otro individuo y realidad.
Una aventura sorprendente que se inicia desde una simple repisa y los objetos que se dejan en ella. Inocentes, fascinantes regalos que desde su mutismo y pseudo parálisis acompañan el sueño de alguien que en esencia no duerme sino que ingenuamente deberá transitar caminos de irrealidad y fantasía para conquistar el derecho a la existencia. Acción que deberá repetir hasta el agotamiento en batallas desgarradoras con entidades y sujetos más allá de cualquier frontera. Bestias feroces, individuos alienantes, mutantes míticos… y mucho más aguardan en estas páginas. Solo atrévete a soñar conectándote con Bast.
Mientras caminaba, al pasar por una habitación, vio gracias a que la puerta estaba entreabierta, una repisa llena de juguetes. Entró a la habitación y cerró la puerta.
–A veces el destino puede ser muy incierto Tom. Sentados en una mesa de luz estaban el rey y Arlequín.
–Jojo, échales un vistazo a los juguetes, jojo.
Tom miró uno por uno cada juguete. Mundi, el detective, las mamushkas vaqueras, los minimonos, los soldaditos de plomo, el gnomo, Sirena y Sireno, Golux, los rebeldes, los animales de la selva, la pantera, los soldados de titanio, todos eran juguetes sobre una repisa. Tomó la pantera y la observó durante unos minutos.
–Así es Tom. Todos somos el sueño de ese pequeño– el rey señaló la cama. En ella, había un chico conectado a muchos tubos –todo este tiempo estuvo en coma, soñándonos a todos nosotros. Es hora de que despierte.
–¿Va a recordar algo de esto?– preguntó Tom.
–Nada.