Desde la República de Platón, el ser humano occidental ha sentido la tentación de distanciarse de la conflictiva realidad y dar rienda suelta a su imaginación para construir utopías y ubicarlas en islas, ciudades, repúblicas o planetas lejanos. Suelen ser réplicas de su momento histórico proyectadas en el futuro con intención crítica, satírica y aun consoladora, ya que muestran que es posible la existencia de otra sociedad sin las carencias organizativas ni las lacras sociales de la presente. En no pocos casos incluyen antiutopías o distopías, constituyendo verdaderos antiejemplos de una civilización cuya evolución hacia unos derroteros en apariencia felices está condenada irremisiblemente a la catástrofe. Los utopistas españoles han sido menos dados a especular sobre este tipo de urbanizaciones ideales que a llevarlas a la práctica en esforzadas conquistas caballerescas o en obsesivas búsquedas de Dorados. Sin embargo, también hubo escritores que dejaron constancia de sus sueños de mejora y perfectibilidad social en unas cartografías similares a las europeas, y en las que quisieron ubicar imaginativamente ese más allá espacio-temporal posible o reprobable. Este libro estudia un buen elenco de ellas: el sueño barroco de República literaria de Saavedra Fajardo, las microutopías de Iriarte, el humanitarismo social de Ayguals de Izco, los proyectos regeneradores costistas, la utopía científica de Cajal y las teatrales de Gómez de la Serna, las distopías de la sociedad de entreguerras y las ensoñaciones democráticas de la novela de la Transición.
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