La carrera de armamento de que fue testigo Europa a finales del siglo XIX y principios del XX suscitó la creación de una nueva palabra, pacifismo, acuñada en 1901 por el abogado francés Émile Arnaud (1864-1921). Cuando estalló la guerra, el mismo impulso que había dado lugar a la palabra dio lugar a la creación de las primeras organizaciones de objetores de conciencia.
Gran Bretaña, que contaba con un ejército relativamente pequeño pensado para ejercer funciones de policía en las colonias, palió en un primer momento su necesidad de combatientes con llamamientos a la población civil para lograr un alistamiento voluntario masivo. Sin embargo, a medida que la contienda se prolongaba y la población era cada vez más consciente de sus atrocidades, el alistamiento disminuyó y se hizo patente la necesidad de imponer un reclutamiento obligatorio, una medida que el gobierno británico adoptó a partir de 1916. Las primeras organizaciones pacifistas británicas fueron la Unión de Control Democrático y la Asociación Anticonscripción, creadas nada más estallar el conflicto para organizar la oposición a un alistamiento forzoso. La Asociación Anticonscripción, más numerosa, publicó a partir de 1916 y hasta el final de la guerra, a pesar del acoso de Scotland Yard, el semanario The Tribunal. También prestó servicios asistenciales a los objetores detenidos y los asesoró sobre el modo de comparecer ante los tribunales que debían juzgarlos y de responder a la pregunta clave: «¿Qué haría en caso de que su madre fuera atacada por un alemán?».
Eva Gore-Booth ofrece en este relato una descripción precisa del modo en que funcionaron los tribunales que debieron juzgar las alegaciones de los británicos que manifestaron motivos de conciencia para no empuñar las armas.
Gran Bretaña, que contaba con un ejército relativamente pequeño pensado para ejercer funciones de policía en las colonias, palió en un primer momento su necesidad de combatientes con llamamientos a la población civil para lograr un alistamiento voluntario masivo. Sin embargo, a medida que la contienda se prolongaba y la población era cada vez más consciente de sus atrocidades, el alistamiento disminuyó y se hizo patente la necesidad de imponer un reclutamiento obligatorio, una medida que el gobierno británico adoptó a partir de 1916. Las primeras organizaciones pacifistas británicas fueron la Unión de Control Democrático y la Asociación Anticonscripción, creadas nada más estallar el conflicto para organizar la oposición a un alistamiento forzoso. La Asociación Anticonscripción, más numerosa, publicó a partir de 1916 y hasta el final de la guerra, a pesar del acoso de Scotland Yard, el semanario The Tribunal. También prestó servicios asistenciales a los objetores detenidos y los asesoró sobre el modo de comparecer ante los tribunales que debían juzgarlos y de responder a la pregunta clave: «¿Qué haría en caso de que su madre fuera atacada por un alemán?».
Eva Gore-Booth ofrece en este relato una descripción precisa del modo en que funcionaron los tribunales que debieron juzgar las alegaciones de los británicos que manifestaron motivos de conciencia para no empuñar las armas.