Desde mediados del siglo XIII la suerte se había vuelto adversa para los Cruzados. Una tras otra se sucedían las derrotas, perdiendo en cada una de ellas los antiguos enclaves conseguidos con la sangre de tantos valerosos guerreros. Los que más sufrieron esta situación fueron los miembros de la Orden Del Temple, a los que desde distintos estamentos se quería exterminar.
Poco antes del aciago día del 13 de octubre de 1.307, cuando la suerte se cernía implacable sobre la Milicia de los Caballeros de Cristo, en la sede central de París ordenan a un caballero templario que ponga a salvo los tesoros de la Orden y lo que es más importante, los documentos que guardaban, con los que se podrían poner en serios aprietos a la Corona y a la misma Iglesia.
Philippe de Aroch, alquimista, díscolo, desobediente, incumplidor de las reglas e incapaz de vivir sin una mujer a su lado, emprende con un pequeño y heterogéneo grupo la aventura para tratar de salvar los tesoros encomendados a su custodia. Pero a su alrededor los enemigos se multiplican y el camino emprendido parece no tener fin.
Poco antes del aciago día del 13 de octubre de 1.307, cuando la suerte se cernía implacable sobre la Milicia de los Caballeros de Cristo, en la sede central de París ordenan a un caballero templario que ponga a salvo los tesoros de la Orden y lo que es más importante, los documentos que guardaban, con los que se podrían poner en serios aprietos a la Corona y a la misma Iglesia.
Philippe de Aroch, alquimista, díscolo, desobediente, incumplidor de las reglas e incapaz de vivir sin una mujer a su lado, emprende con un pequeño y heterogéneo grupo la aventura para tratar de salvar los tesoros encomendados a su custodia. Pero a su alrededor los enemigos se multiplican y el camino emprendido parece no tener fin.