Este libro es fruto de una larga y accidentada conversación con mi hijo Orso: a veces apasionada y dulce, otras triste y amarga, pero siempre regida por la verdad. Escribir lo que un padre le cuenta a su hijo es una de las formas más antiguas de hacer literatura, de transmitir la palabra. A lo largo de su vida, mi hijo me ha escuchado hablar, platicar, recitar y dar clases y conferencias, y también me ha visto escribir. Toda mi vida he recitado poesía en voz alta.
Este libro es de Orso pero también es mío; lo hicimos entre los dos, pero él, al escribirlo y ordenarlo le dio vida. Sin su trabajo estas memorias no existirían y me da gusto que mi hijo haya vuelto sus ojos al pasado, a esa vida que ya no recordaba. En alguna ocasión dije, a propósito de Orso, que me atenía -y me sigo ateniendo- a unos versos de Rubén Darío que dicen: «…te he de ver en medio del triunfo que merezcas, renovando el fulgor de mi psique abolida».
Las memorias de Juan José Arreola no pudieron haber sido mejor recopiladas y editadas sino por su hijo, Orso Arreola.
Este libro es de Orso pero también es mío; lo hicimos entre los dos, pero él, al escribirlo y ordenarlo le dio vida. Sin su trabajo estas memorias no existirían y me da gusto que mi hijo haya vuelto sus ojos al pasado, a esa vida que ya no recordaba. En alguna ocasión dije, a propósito de Orso, que me atenía -y me sigo ateniendo- a unos versos de Rubén Darío que dicen: «…te he de ver en medio del triunfo que merezcas, renovando el fulgor de mi psique abolida».
Las memorias de Juan José Arreola no pudieron haber sido mejor recopiladas y editadas sino por su hijo, Orso Arreola.