Esta es la fascinante historia de un joven virrey que en 1753 España manda a la Nueva Granada, donde se enamora perdidamente de una joven despreciada y maltratada por la sociedad santafereña de la época. Solís fue quizás el mejor virrey que tuvo esta provincia española en América y sus amoríos con la que llamaban la Marichuela produjo un gran escándalo en Santa Fe, la capital del reino. Tras muchos intentos y resquemores, María Lugarda se deja seducir por el virrey, quien le promete amor eterno y se la lleva a vivir con él. Las quejas de los oidores por los turbulentos amores llegan hasta el rey de España. No obstante, el virrey tiene encumbrados defensores de su administración y le prolongan el mandato por solicitud popular. Los jóvenes amantes viven juntos hasta 1761, cuando el virrey decide renunciar a la joven para meterse de franciscano a un convento. La motivación que tuvo fue habérsele negado la comunión por vivir en amancebamiento con la Marichuela y por otro extraordinario suceso: un día que Solís caminaba por una calle de la ciudad vio que hacia él venía un entierro; la curiosidad por la pompa en que venía lo hizo preguntar a quién llevaban a enterrar y, para sorpresa suya, le dijeron que llevaban al virrey Solís. Angustiado, hizo abrir el ataúd, y corre fama de que él se vio a sí mismo en el féretro. A partir de este momento el drama cobra ribetes inesperados. La historia está ampliamente documentada, aunque el episodio del muerto proviene de una larga tradición oral de la antigua ciudad de Santa Fe.
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