El verano que trajo un largo invierno, pretende mostrar el alcance que la cruenta represión político-social practicada por los sublevados tuvo en Cádiz, ciudad nacional ; inexplicable en razón de la débil resistencia organizada que los defensores del orden republicano pudieron oponer a los golpistas y de la escasa violencia revolucionaria que se vivió en los momentos más virulentos del gobierno del Frente Popular. La autora defiende la tesis de que este despliegue de violencia en la localidad gaditana tuvo más una función preventiva que punitiva, tendente a hacer desistir a la población de cualquier intento de oponerse al restablecimiento del viejo orden que la Segunda República pretendió trastocar. De este modo la represión franquista fue total en vida, bienes, cultura, pensamiento, ocupación laboral… y afectó directa e indirectamente a toda la sociedad gaditana incluida la derecha moderada-, desvelando este trabajo cómo cualquiera que comulgara mínimamente con las ideas progresistas de laicismo, justicia social, educación o cultura fue sistemáticamente estigmatizado. Muchos, los más destacados, pagaron con su vida y libertad la defensa de estas ideas, otros, los más anónimos que en algún momento mostraron tibieza a la hora de apoyar la sublevación, fueron investigados y castigados con defenestraciones laborales y apartamiento social. Así, la sensación de control fue tan intensa que los vencidos desde lo más profundo de su miedo y contra su propia dignidad acabaron enterrando a sus muertos y su memoria y sellando un pacto de silencio y olvido con tal de sobrevivir, pacto que duró más de cincuenta años. Este libro pretende recuperar, en parte, la identidad y la memoria de estos procesados, investigados, depurados, asesinados y encarcelados, mostrando un universo de 13.485 gaditanos sobre los que recayó de algún modo el peso de la injusticia franquista , lo que viene a confirmar la idea de que la represión fue desorbitada, arbitraria, total e intencionadamente mantenida para evitar que los vencidos levantaran la cabeza y los que no lucharon desistieran de alzar la voz en un país roto.
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