Las iluminaciones externas—el crepúsculo, la luna, el paisaje—las palpitaciones, espasmos, latidos y pulsaciones—el amor, la noche, las metamorfosis estacionales, la sangre mar—las manifestaciones vivaces—un pájaro, el ánima, la muerte, una flor—se revelan con tan fervorosa intensidad que excitan el deslumbramiento de nuestros sentidos. Pero siendo estos tan solamente cinco, no son suficientes para desentrañar en aquellos fenómenos sus recónditos misterios y así poderlos aprehender, interpretar y expresar a través de las palabras. Para lograrlo, es imprescindible un vínculo de energía más sensible, más profundo, más sublime, que conecte el cordón umbilical del alma individual del poeta con el espíritu vital que anima el todo universal; realizando la simbiosis, a través de la conciencia, entre el mundo natural, el humano y el espiritual. Esencia de la poesía.
Talvez, ante sensaciones de asombro, atónitos, ofuscados; sin saber como expresar lo que sentimos, y refugiándonos en piadosa justificación para con nosotros mismos, nos resignamos a pensar que “el silencio es más elocuente que la palabra”...
El universo, a través de la historia, ha sido invocado como una trilogía regente de gobiernos, religiones, corrientes filosóficas y líderes espirituales. Se ha descrito bajo diferentes recursos interpretativos, tales como la causa, la acción y el efecto resultante.
O mitológicamente: Júpiter, Plutón y Neptuno; o teológica: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; o científica: el conocimiento, la prédica y la práctica; el que sabe, el que dice y el que hace. Mejor aún una trilogía integradora de la unidad universal en su totalidad, sabiamente sintetizada por Platón en sus Diálogos y en la República: el amor a la verdad, el amor a lo bueno y el amor a lo bello. Lo bueno es bello y es verdadero; lo verdadero es bueno y es bello; lo bello es verdadero y bueno. Los tres principios se contienen en sí mismos, afirmó Emerson, ya que cada cual se encuentra inmerso en cada uno de los otros. Tres matices diferentes de un sólo Dios verdadero. El poeta es el que vislumbra, contempla, interpreta y se integra al espíritu de la trilogía. Él es el del discernimiento, el que corre el velo, revela el milagro y canta la belleza. Al final, la poesía no se encuentra dentro de nosotros, sino fuera, lo que constituye un irrefrenable estímulo y aliento permanente para seguir buscándola y posibilita vislumbrarla, aunque sea por efímeros instantes…
La poesía, síntesis inmanente de las diversas interpretaciones de las trilogías anteriores, se realiza a plenitud, íntegra, al conjugar y conjurar tres momentos fundamentales que corresponden a los siguientes interrogantes que han atormentado y reconfortado durante siglos tantas mentes:
¿En dónde se oculta la Poesía?
¿Cómo vislumbrar la poesía, descubrirla, identificarse con ella?
¿Cómo expresar la poesía después de descubrirla en su oculta morada y sentirla en el alma?
Talvez, ante sensaciones de asombro, atónitos, ofuscados; sin saber como expresar lo que sentimos, y refugiándonos en piadosa justificación para con nosotros mismos, nos resignamos a pensar que “el silencio es más elocuente que la palabra”...
El universo, a través de la historia, ha sido invocado como una trilogía regente de gobiernos, religiones, corrientes filosóficas y líderes espirituales. Se ha descrito bajo diferentes recursos interpretativos, tales como la causa, la acción y el efecto resultante.
O mitológicamente: Júpiter, Plutón y Neptuno; o teológica: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; o científica: el conocimiento, la prédica y la práctica; el que sabe, el que dice y el que hace. Mejor aún una trilogía integradora de la unidad universal en su totalidad, sabiamente sintetizada por Platón en sus Diálogos y en la República: el amor a la verdad, el amor a lo bueno y el amor a lo bello. Lo bueno es bello y es verdadero; lo verdadero es bueno y es bello; lo bello es verdadero y bueno. Los tres principios se contienen en sí mismos, afirmó Emerson, ya que cada cual se encuentra inmerso en cada uno de los otros. Tres matices diferentes de un sólo Dios verdadero. El poeta es el que vislumbra, contempla, interpreta y se integra al espíritu de la trilogía. Él es el del discernimiento, el que corre el velo, revela el milagro y canta la belleza. Al final, la poesía no se encuentra dentro de nosotros, sino fuera, lo que constituye un irrefrenable estímulo y aliento permanente para seguir buscándola y posibilita vislumbrarla, aunque sea por efímeros instantes…
La poesía, síntesis inmanente de las diversas interpretaciones de las trilogías anteriores, se realiza a plenitud, íntegra, al conjugar y conjurar tres momentos fundamentales que corresponden a los siguientes interrogantes que han atormentado y reconfortado durante siglos tantas mentes:
¿En dónde se oculta la Poesía?
¿Cómo vislumbrar la poesía, descubrirla, identificarse con ella?
¿Cómo expresar la poesía después de descubrirla en su oculta morada y sentirla en el alma?